sábado, 27 de noviembre de 2010

¡Oh, María, sin pecado concebida! ¡Ruega por nosotros, que recurrimos a Vos!

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a tu protección,
implorando tu asistencia y reclamando tu socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no deseches mis súplicas,
antes bien, escuchalas y acogelas benignamente.
Amén.

CONTENIDO DE LA MEDALLA MILAGROSA
ANVERSO DE LA MEDALLA

Medalla Milagrosa

María Inmaculada

María Medianera Universal

María Tipo y Modelo de la Iglesia

Maria Reina del Universo

María Asunta al Cielo

REVERSO DE LA MEDALLA

Medalla Milagrosa

Maternidad Divina de Maria

Maria nueva Eva

María Corredentora

María Madre de la Iglesia

miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡Ven, Señor Jesús!

¡Ven, Señor!

El Año Litúrgico nos conduce de una manera simbólica y pedagógica, al encuentro salvífico con nuestro Dios.

Es simbólica porque va más allá de nuestra manera racional y lógica de conocer, aprender, juzgar, vivir… Le bastan los signos para hacernos captar, vivir y dejarnos poseer por una realidad tan profunda que escapa a la explicación lógica. ¿No hace esto también el arte: la poesía, la música, la pintura…? Las realidades más profundas, que a la vez vivimos y anhelamos: el amor, el perdón, la misericordia, la comunión con los demás, el sentido de la esperanza… ¿acaso no son realidades cotidianas, tanto por su presencia como por su urgente necesidad? Y estas realidades las captamos y vivimos mucho más de una manera simbólica que de una manera racional: una carta, un abrazo, una mirada, un beso, una canción, las lágrimas, lo que nos impulsa a entregarnos en la búsqueda del bien…

El Año Litúrgico también es pedagógico porque nos enseña acerca de estos misterios mismos de la vida, pero con una gran particularidad: es la Sabiduría de Dios quien nos enseña, a la manera de Jesús de Nazareth. Y es una enseñanza que apunta no sólo al conocimiento, sino a toda la vida, podríamos decir al corazón.

Pero se trata de unos símbolos y signos que son sagrados. Se trata de una pedagogía divina, de una enseñanza única, nueva, especial, que nos revela un gran misterio y nos introduce dentro de ese misterio, como un bebé vive dentro del seno materno, viviendo por la vida de la madre. Y también se trata de una pedagogía humana, porque está celebrada, vivida por nosotros mismos.

El Año Litúrgico entonces, nos revela de una manera profunda el sentido de la existencia misma necesitada y orientada hacia el Amor de Dios manifestado en Cristo el Señor; nos hace presente la historia de la Salvación, permitiéndonos participar de la misma en este tiempo que vivimos, en el que encontramos al Cristo Viviente que nos salvó, nos salva hoy y es Salvación para todos.

Cuando esa enseñanza simbólica está orientada por la fe, la esperanza y la caridad, cuando es una enseñanza destinada a vivir los misterios sacramentales a través de la Liturgia, cuando en verdad nos introduce en el Misterio del Amor de Dios y nos impulsa a la conversión permanente e integral, entonces estamos ante lo que la Iglesia llama Mistagogía. Por eso, el año Litúrgico debe ser mistagógico: conducirnos, enseñarnos, hacernos vivir y participar a través de los signos litúrgicos el Amor Salvador de Dios.

¿Y el Adviento qué nos enseña?

El tiempo de Adviento es el tiempo de la esperanza: nos enseña a esperar.

¡Cuánta angustia tenemos cuando nos desborda la impaciencia! Es hora que atendamos a este signo interior que se manifiesta en nuestra conducta y nos revela una herida profunda en el corazón.

Pidamos luz al Señor para que nos revele la raíz de la impaciencia que quizá resida en alguna herida de abandono, indiferencia, frustración, etc, y que tal vez tenga muchos años... Y si nos muestra, es porque quiere sanar. Con mucha confianza pongámonos a merced de su Amor.

El Adviento también nos enseña que el misterio del corazón del hombre necesita de procesos para madurar y dar frutos.

En este proceso nos acompaña el Señor. En contracorriente del mundo de lo descartable, pragmático e inmediato, el Reino que anhelamos que venga plenamente se realiza a través de procesos, muchas veces dolorosos y lentos, pero con frutos duraderos y estables.

Busquemos en la oración de fidelidad estos frutos de vida que el Señor viene a regalarnos en este tiempo tan especial.

El Adviento nos revela que estamos orientados hacia la Luz y no hacia las tinieblas, nos anima a estar despiertos y preparados porque Cristo vino, viene y vendrá por nosotros, para nosotros.

Nos enseña a imitar la paciencia de aquellos santos de los que nos habla la Biblia, que esperaron contra toda esperanza y llegaron a ver colmada, saciada y superada su expectativa de salvación a través de Cristo el Señor.

Abramos nuestros sentidos de la fe para captar, vivir y ser sanados en este tiempo, porque es grande la meta que nos espera, es arduo el camino y mucho lo que nos queda por recorrer. Y nuestra esperanza no quedará defraudada, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

P. Luis Bruno

martes, 23 de noviembre de 2010

La Nueva Evangelización

Queridos hermanos, con el Adviento del Señor, recuperemos esta urgencia de la Nueva Evangelización. Quiero que recordemos al p. Emiliano Tardif y el llamado que Jesús Vivo hizo en él a toda la Iglesia: las Escuelas de Evangelización.


QUÉ SON LAS ESCUELAS DE EVANGELIZACIÓN Y QUÉ ES LO QUE PRETENDEN.

Las escuelas de evangelización responden al mandato de Jesús: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación". (Mc.16, 15).

La Iglesia, en estos últimos tiempos, está insistiendo en la Evangelización en el mundo de hoy, tan descristianizado, como lo hizo Pablo VI en la Exhortación "Evangelii Nuntiandi" y Juan Pablo II en la "Cristifideles laici" hablando de una nueva evangelización. La comunidad "Siervos de Cristo Vivo" ha sentido esta llamada, ya que ha sido fundada para que sea una Comunidad contemplativa y evangelizadora.

Con la visión de una nueva Evangelización, en 1994 José H. Prado Flores y el P. Emiliano Tardif (fundador de la Comunidad) unen sus experiencias y carismas para formar una Escuela de Evangelización Kerygmática, Karismática y Koinonía, con dos Escuelas madres: La Escuela "San Andrés" en México y la Escuela "Juan Pablo II" en Santo Domingo.

La mayor parte de las Casas de la Comunidad tienen su Escuela de Evangelización. Todas las Escuelas de Evangelización de la Comunidad se rigen en forma autónoma, si bien son asesoradas por la Escuela Madre "Juan Pablo II" de Santo Domingo.

También la Casa Magníficat de Castellón, fiel al espíritu de la Comunidad, aprobó el 14 de diciembre de 1998 la erección de la "ESCUELA DE EVANGELIZACIÓN JUAN XXIII".

El proyecto de las Escuelas tiene unos PRINCIPIOS y está asentado sobre TRES ELEMENTOS BÁSICOS.

LOS PRINCIPIOS.

Las Escuelas de Evangelización no son instalaciones y ni siquiera cursos, sino una Visión que culmina con una Acción. La visión y la acción se retroalimentan. Principios de la Visión.

A evangelizar se aprende evangelizando.

No basta evangelizar, necesitamos formar evangelizadores.

Un evangelizador no es el que evangeliza, sino el que forma evangelizadores.

La evangelización es una acción eclesial.

Principios de la Acción.

No vamos a dar cursos solamente, sino a capacitar los equipos locales para que los reproduzcan.

Factor multiplicador: capacitamos formadores de evangelizadores.

Los PASTORES ENGENDRAN PASTORES.

TRES ELEMENTOS BÁSICOS.

"Los Apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor con gran poder" (Hech. 4,33)

He aquí la clave de toda evangelización. Para ello partimos de TRES ELEMENTOS BÁSICOS. No son tres elementos separados, sino interrelacionados, para que crezca su potencial.

A. - Kerygma.

a). - Qué es.

Es el anuncio de la muerte del Señor Jesús y la proclamación de su resurrección, que es el fundamento de la vida cristiana, y primer paso del proceso evangelizador para nacer de nuevo.

Mediante esta predicación tan sencilla (I Cor 1,21) se hace presente y eficaz la salvación (Rom 1,16).

Por eso San Pablo exclama: " Ay de mí si no evangelizara. "( 1 Cor 9,16).

No me avergüenzo del Evangelio,

Que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: Rom 1,16

b). - Contenido.

Jesús, muerto, resucitado y glorificado, como Salvador, Señor y Mesías.

Muerto por nuestro pecado y en lugar nuestro.

Resucitado para damos nueva vida.

Glorificado para recibir Espíritu Santo e interceder por nosotros.

Salvador, único, suficiente y excluyente.

Señor, que tiene todo poder en el cielo y en la tierra.

Mesías, que da el Espíritu Santo.

Aunque se valora el kerygma, no todo se reduce al kerygma. Estamos frente al reto de elaborar una catequesis, una liturgia, una teología, una moral, una formación cristiana, etc., que sean kerygmáticas, cristocéntricas y con dimensión evangelizadora.

c). - Objetivo.

La salvación personal, comunitaria y social, mediante un encuentro personal con Jesús resucitado que nos llena de Espíritu Santo con sus carismas para transformarnos en testigos con poder.

B. - Karismas.

a.- Qué son.

El Don de los dones: El mismo Espíritu Santo.

Dones espirituales dados a la Iglesia, que vienen en ayuda de nuestra debilidad.

Manifestaciones del Espíritu, para el bien común.

b. - Objetivo.

Para edificar la Iglesia de todos los tiempos, no sólo para su nacimiento.

Para evangelizar. Sin ellos, la predicación seria como una propaganda.

Para mostrar el poder, el amor y la fidelidad de Dios.

c. - Cómo se usan.

En relación siempre con la evangelización.

Culminan con el Sacramento.

El que crea y sea bautizado (sacramento) se salvará... (Mc 16,16). Existe armonía y conjunción (jamás oposición) entre carismas y sacramentos. Por tanto, jamás fanáticos de carismas sin sacramentos ni fanáticos de sacramentos sin carismas.

Los carismas nacen, crecen y se manifiestan en comunidad.

Se ejercitan en comunidad en contexto evangelizador.

El poder del Espíritu se manifiesta con:

La parresía: el poder de la palabra que traspasa el corazón y lo mueve a la conversión.

La dynamis: el poder de los signos, prodigios y milagros.

C. - Koinonía

a.- Qué es la comunidad.

Dios es comunidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo en comunión de amor.

Este Dios no ha querido salvar a los hombres individualmente, sino formando un pueblo, con el cual hizo una alianza.

Jesús formó un nuevo pueblo sin división de razas, lenguas ni fronteras sino unido por la fe y peregrino a la tierra prometida.

Espíritu Santo. El día de Pentecostés nace el nuevo Israel de Dios, la Iglesia.

La comunidad cristiana es comunión que brota de la misma Trinidad. Por tanto, es:

Comunión con Dios.

Comunión con nuestros hermanos.

Integración y maduración de la persona, imagen y semejanza de la misma Trinidad.

Está comunión, como en la Trinidad, es obra del Espíritu que ha sido derramado en nuestros corazones y que es el vinculo de la perfección (Rom 5,5).

b. - Dos polos importantes.

La familia: No olvidar que la primera comunidad es la familia.

La Iglesia: La gran comunidad es la Iglesia: dimensión católica universal y Diocesana.

c- Elementos de la comunidad.

Distinguir lo esencial de los accidentales. Los dos huevos: Uno vacío y el otro no. La comunidad no es, fundamentalmente, la estructura ni principios teológicos. Es la vida de Dios hecha presente en este mundo. Si hay vida, y vida de Dios, con capacidad de reproducir esa vida, entonces se puede hablar de verdadera comunidad. Si no, aunque vistan de la misma forma, se levanten a la misma hora y canten el mismo Salmo, ¡no es comunidad!

En el huevo, lo que está dentro puede ser capaz de hacer presente la vida. Diferencia entre los dos huevos: son iguales externamente.

Tienen la misma figura, forma y color, pero uno de ellos está vacío. Sólo tiene estructura externa de huevo, pero sin nada dentro. Lo importante es lo esencial, no lo accidental. Podemos tener estructura, forma, reglamento, organización, etc., pero eso no es la comunidad. Lo que importa es lo de dentro: amor y vida de Dios.

La estructura no es la comunidad. La comunidad tiene necesidad de la estructura, pero no se puede confundir una con la otra. La vida tiene necesidad de un recipiente que la proteja, pero no se identifica con el cascarón.

Conclusión.

Hay diversas formas de comunidad. El Espíritu Santo está suscitando nuevas formas de comunidad.

Cada comunidad tiene su propio carisma y su propia espiritualidad.

INTERRELACIÓN DE LOS TRES ELEMENTOS.

Cada uno de los tres elementos tiene su valor y su fisonomía. Cada uno ayuda a la evangelización.

Sin embargo, UNIDOS, tienen gran poder.

Cuando se integran:

A. - Kerygma + Karisma.

El Kerygma se proclama con carismas. El objetivo de los carismas no es el carisma en sí mismo, sino el anuncio del Kerygma. Los carismas hacen visible y sensible la predicación de la muerte y resurrección de Jesús.

En el Kerygma se anuncia que Jesús está vivo, pero con los carismas se ve que está vivo. Así no es propaganda, sino signo que refuerza la proclamación.

B. - Karisma + Koinonía.

La relación Karisma - Koinonía es profunda. Los carismas no son dados a una persona, sino a una comunidad. Son como el signo de la presencia del Espíritu en la comunidad. Pero sobre todo el carisma del amor y de la unidad son los signos principales de la presencia del Espíritu.

Por eso es contradicción de términos una comunidad sin carismas. No sería comunidad. Si le faltan los carismas es grupo, equipo, asociación.

Si tu comunidad no tiene carismas llámale de una forma diversa, pero nunca comunidad. Y si los carismas no te llevan a vivir más profundamente la vida comunitaria, estamos a mitad de camino.

Si una persona acapara todos los carismas, tampoco es comunidad, porque los demás miembros no tienen sentido en el cuerpo.

C. - Koinonía + Kerygma.

El primer fruto del anuncio del Kerygma es la formación de la comunidad. La evangelización no termina si no se instaura una comunidad donde se puede vivir el Reino. La evangelización no termina cuando alguna persona acepta a Jesús en su corazón, sino cuando se integra al Cuerpo de Cristo que es la comunidad. El primer fruto del Kerygma es la comunidad.

Pero la comunidad no es fin en sí misma, pues tiene como objetivo anunciar el Kerygma dando testimonio que ha pasado de las tinieblas a la luz, no como individuos aislados sino como comunidad. No es suficiente el testimonio de un individuo, por más maravilloso que sea, sino de comunidades donde se pueda hacer visible que el Reino está en medio de nosotros. Nuestro mundo egoísta e individualista tiene necesidad de comunidades donde se pueda ver que el Reino está en medio de nosotros. Hoy cuando no se cree en el amor, nosotros podemos decir: "Miren como nos amamos.' Esto es un testimonio que Cristo está vivo en medio de nosotros.

Así pues:KERYGMA + KARISMA + KOINONÍA = EVANGELIZAR CON GRAN PODER.

RESULTADO DE LA INTERRELACION: EVANGELIZAR CON GRAN PODER.

Ni el KERYGMA, ni el KARISMA, ni el KOINONÍA son fin en sí mismos sino unidos están al servicio de la instauración del Reino: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza (Ef 1,10) y que Dios sea todo en todos (1 Cor 15,28).

Cancelar un elemento perjudica y devalúa los otros restantes. Unirlos es potenciar la Evangelización:

No sólo se evangeliza, se evangeliza con poder.

No sólo se evangeliza con poder, sino que se evangeliza con gran poder.

LA COMUNIDAD-ESCUELA.

Todo lo que hemos visto permanece al nivel de idea si no aterrizamos.

Nuestra Iglesia está llena de planes pastorales, Sínodos Diocesanos y Documentos que casi nadie conoce y que poco se aplican.

No basta el plan, debemos concretizarlo y esto se hace por medio de la "comunidad-escuela".

La comunidad-escuela es el clima donde se forman los nuevos evangelizadores para la nueva evangelización:

No basta la Escuela. Se necesita una base comunitaria de los predicadores para que no trasmitan teoría sino experiencia de comunidad.

No basta una Comunidad. Es necesario que tenga dimensión evangelizadora por medio de un sistema de formación. La comunidad-escuela es pues al mismo tiempo una comunidad y una escuela.

La Comunidad-escuela no son las estructuras ni las Instalaciones materiales. No es un curso aislado, ni siquiera una serie de cursos.

LA COMUNIDAD-ESCUELA es el instrumento concreto, la herramienta de trabajo para evangelizar con gran poder y que tiene:

UNA VISIÓN.

UN PROGRAMA.

UNA ESTRUCTURA.

UNA METODOLOGÍA.

UNA NUEVA MENTALIDAD.

Que forma evangelizadores y formadores de evangelizadores.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Venga Tu Reino, Señor

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XXXIV

De la solemnidad
21 de noviembre

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY UNIVERSAL. (SOLEMNIDAD)

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Jesucristo, rey de reyes, venid, adorémosle.


Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: PORQUE ERES HIJO DE DIOS

Porque eres Hijo de Dios
y eres hijo de María,
porque eres Palabra eterna
de humana carne vestida,
porque eres el Primogénito,
del Padre la imagen viva,
eres Rey de cielo y tierra,
y ante ti todo se inclina.

Cuando el pecado
pobló de cardos y ortigas
esta tierra que tu amor
había poblado de risas,
tomaste nuestra miseria
y tomaste nuestra vida;
te hiciste pecado amargo,
te hiciste dolor y espina.

Toma en tus manos ahora
esta creación enemiga,
y devuélvenos al Padre,
criaturas buenas y limpias;
toda criatura es tu reino
por origen y conquista,
y por ello te adoramos,
camino, verdad y vida. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Yo he sido establecido Rey en Sión, su monte santo, y he proclamado sus decretos.

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Yo he sido establecido Rey en Sión, su monte santo, y he proclamado sus decretos.

Ant. 2. Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.

Salmo 71 I - PODER REAL DEL MESÍAS

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.

Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.

Ant. 3. Que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo 71 II

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;

él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.

Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

V. Te hago luz de las naciones.
R. Para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.


PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Daniel 7, 1-27

VISIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE QUE RECIBE EL REINO

El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño, visiones de su fantasía, estando en la cama. Al punto escribió lo que había soñado:

Tuve una visión nocturna: los cuatro vientos agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia.» Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder.

Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias.

Durante la visión vi que colocaban unos tronos, y Un anciano se sentó: su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; el trono era como llamas de fuego, y sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de él. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.

Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Seguí mirando y, en la visión nocturna, vi venir en las nubes del cielo una figura humana, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron el imperio, el honor y la realeza: todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó explicándome el sentido de la visión:

«Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.»

Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos. Después me dijo:

«La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder y será destruido y aniquilado totalmente. El imperio y la realeza sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, y todos los imperios lo servirán y lo obedecerán.»

RESPONSORIO Mc 13, 26-27; 14, 62

R. Verán al Hijo del hombre venir entre nubes con gran poder y gloria, y entonces enviará a sus ángeles, * y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
V. Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.
R. Y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.


SEGUNDA LECTURA
Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, Sobre la oración
(Cap. 25: PG 11, 495-499)

VENGA TU REINO

Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: «Vedlo aquí o vedlo allí», sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón, sin duda cuando pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a fijar en él nuestra morada.

Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue el reino a Dios Padre, para que Dios sea todo en todo. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga tu reino.

Con respecto al reino de Dios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo modo que no tiene que ver la justificación con la impiedad, ni hay nada de común entre la luz y las tinieblas, ni puede haber armonía entre Cristo y Belial, así tampoco pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.

Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo continúe el pecado reinando en nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos las pasiones de nuestro hombre terrenal y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo Dios se paseará por nuestro interior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y el último enemigo, la muerte, puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? Ya desde ahora este nuestro ser, corruptible, debe revestirse de santidad y de incorrupción, y este nuestro ser, mortal, debe revestirse de la inmortalidad del Padre, después de haber reducido a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios en nosotros, comencemos ya a disfrutar de los bienes de la regeneración y de la resurrección.

RESPONSORIO Ap 11, 15; Sal 21, 28-29

R. Ha llegado a este mundo el reino de nuestro Dios y de su Ungido, * y reinará por los siglos de los siglos.
V. En su presencia se postrarán las familias de los pueblos, porque del Señor es el reino.
R. Y reinará por los siglos de los siglos.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.