viernes, 6 de enero de 2012

Cristo, Luz del mundo, manifestación de la Misericordia de Dios

Todo el tiempo de Navidad es el tiempo litúrgico de la manifestación del Señor. Por eso, Cristo es Luz. El Altísimo nos muestra el brillo de su Rostro en la humanidad de Jesús el Cristo. Si durante siglos la humanidad buscó con su esfuerzo conocer a Dios, ahora es Dios mismo quien se manifiesta. Ahora nos habla por medio de su Hijo.
El hecho de que sean "Magos de oriente" quienes guiados por una estrella encuentren al Divino Niño es un signo también actual de la universalidad del amor de Dios.  El vino para todos, para salvar lo que estaba perdido, para que nadie quede excluido del amor del Señor. Dicho en otras palabras, quiere devolvernos la dignidad a todos.Y especialemente para quienes se sienten indignos, culpables, descartados, deshechados, olvidados, excluidos... para quienes están convencidos de que ya nada tiene sentido y no vale la pena seguir luchando...
También hoy necesitamos esta Luz y la plena conciencia de que el Señor nos ama a todos.
Pidamos esta Luz de la fe, para que ilumine nuestra inteligencia y nuestra percepción espiritual, para tener un encuentro personal con El, que nos transforme; para que podamos descubrirlo en todas las circunstancias de la vida; para que desarrollemos el discernimiento acerca de su voluntad en la interpretación de la realidad.
Pidamos esta Luz también para que nos revele las causas de aquello que sentimos como heridas de vida y que experimentamos como un mal: tristeza, soledad, angustia, vacío, ira, agresividad, temores, miedo, ataduras, impedimentos, dolores, enfermedades...
El vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Si quiso manifestarse a todos, si quiso además revelarse como lo hizo, antes que podamos nosotros haber hecho algo... ¿cómo no va a querer también hoy revelarnos su amor infinito? ¿Como no va a sorprendernos manifestándose también en la sencillez de nuestra vida?
Contemplemos simplemente la vida de Jesús: cómo iluminó a los ciegos, pero también iluminó las conciencias, cómo manifestó libremente que Dios es amor y misericordia y no un juez castigador al servicio de las ambiciones de nadie... contemplemos cómo el brillo de su mirada se encontró con cada persona: María su Madre, con la Samaritana, con Pedro, con Juan... luz que sana, que envuelve, perdona, restaura. Luz que es acción salvífica a la vez.
Contemplemos también a Pablo, iluminado por esta Luz, a San Agustín, a San Francisco, a San Ignacio, a Santa Teresa... para nombrar sólo a algunos santos más conocidos.
¡Jesús está vivo!
Busquemos al Señor, Él ya guía nuestra búsqueda y siempre se deja encontrar.
¡Bendiciones para todos!
p. Luis