viernes, 14 de septiembre de 2012

Cuando sea elevado en lo alto, atraeré a todos hacia mí


14 de Setiembre - Exaltación de la Santa Cruz

Cruz de Cristo,
cuyos brazos
todo el mundo han acogido.

Cruz de Cristo,
cuya sangre
todo el mundo ha redimido.

Cruz de Cristo,
luz que brilla
en la noche del camino.

Cruz de Cristo,
cruz del hombre,
su bastón de peregrino.

Cruz de Cristo,
árbol de vida,
vida nuestra, don eximio.

Cruz de Cristo,
altar divino
de Dios-Hombre en sacrificio. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Mirad la cruz del Señor, que huyan los enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya.

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Mirad la cruz del Señor, que huyan los enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya.

Ant. 2. En la cruz ha sido ensalzada la majestad del Señor; su nombre ha sido enaltecido sobre los cielos y la tierra. Aleluya.

Salmo 8 - MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. En la cruz ha sido ensalzada la majestad del Señor; su nombre ha sido enaltecido sobre los cielos y la tierra. Aleluya.

Ant. 3. Oh cruz santa, tú has sido la única digna de llevar al Rey y Señor de los cielos y de la tierra. Aleluya.

Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Oh cruz santa, tú has sido la única digna de llevar al Rey y Señor de los cielos y de la tierra. Aleluya.

V. Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto.
R. Asi deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre.



PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19 -- 3, 7. 13-14; 6, 14-16

LA GLORIA DE LA CRUZ

Hermanos: Yo, Pablo, en virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. No tengo por inútil esta gracia de Dios: Si la justificación nos viniera por la ley, entonces deberíamos concluir que Cristo murió inútilmente.

¡Oh, insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó, después que ante vuestros ojos presentamos a Jesucristo muerto en la cruz? Sólo quiero que me digáis una cosa: ¿Cómo habéis recibido el Espíritu, en virtud de las obras de la ley o por vuestra sumisión a la fe? ¿Tan insensatos sois, que, habiendo comenzado por espíritu, termináis ahora en carne? ¿Habrá sido en vano para vosotros el haber experimentado tan grandes dones? Pues ¡de veras que habría sido en vano! El que os da el Espíritu y obra prodigios entre vosotros ¿lo hace porque observáis la ley o por vuestra aceptación de la fe?

Así se dice: «Abraham creyó a Dios y Dios estimó su fe como justificación.» Entended, pues, que los hijos de Abraham son sólo aquellos que viven según la fe.

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros. Así lo dice la Escritura: «Maldito sea aquel que cuelga del madero.» De ese modo la bendición de Abraham alcanza a todas las naciones por Cristo Jesús, para que recibamos por la fe el Espíritu prometido por Dios.

En cuanto a mí, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por él el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Lo que vale no es estar o no estar circuncidado, sino la nueva creatura que surge.

Paz y misericordia para todos los que se ajusten a esta norma, y también para el Israel de Dios.

RESPONSORIO Cf. Ga 6, 14; Hb 2, 9

R. Líbrenos Dios de gloriarnos si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, vida y resurrección; * por él hemos sido salvados y liberados.
V. El fue coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte.
R. Por él hemos sido salvados y liberados.


SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Andrés de Creta, obispo
(Disertación 10, Sobre la Exaltación de la santa cruz: PG 97, 1018-1019. 1022·1023)

LA CRUZ ES LA GLORIA Y EXALTACIÓN DE CRISTO

Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz, y junto con el Crucificado nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original.

Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.

Por esto la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo.

La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él, y Dios a su vez lo revestirá de su misma gloria. Y también: Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenia junto a ti antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre.» Y, de improviso, se dejaron oír del cielo estas palabras: «Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz.

También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a mí a todos los hombres. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.

Para contiunuar orando, podemos buscar lo publicado en setiembre de 2010, en este mismo blog. Allí también están las Laudes. Bendiciones. P. Luis

domingo, 9 de septiembre de 2012

Todo lo ha hecho bien: hace oir a los sordos y hablar a los mudos...



Domingo 9 de Setiembre, 23° del Tiempo Ordinario

PRIMERA LECTURA
Is 35, 4-7a
Lectura del libro de Isaías.
Digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos!". Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales.
Palabra de Dios.

SALMO
Sal 145, 7-10
R. ¡Alaba al Señor, alma mía! O bien: Aleluya.
El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.
Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

SEGUNDA LECTURA
Sant 2, 1-7
Lectura de la carta de Santiago.
Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: "Siéntate aquí, en el lugar de honor", y al pobre le dicen: "Quédate allí, de pie", o bien: "Siéntate a mis pies", ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes?
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Mc 7, 31-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
Palabra del Señor.


Comentario

Tanto la primera lectura como el Salmo nos hacen presente la irrupción del Señor en favor de los más débiles entre los débiles. El profeta Isaías nos presenta, además, como signos mesiánicos, una explícita esperanza para los desalentados: los sordos oyen, los mudos hablan, los paralíticos caminan... nos recuerdan a la respuesta que Jesús dio a los enviados por Juan Bautista desde la cárcel. Además de estos signos, el Salmo presenta otros que van en el mismo sentido, incluyendo al "huérfano, la viuda y el extranjero":
"El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros. Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones."
Todos signos de una acción portentosa de Dios en la historia que manifiestan un acceso a la dignidad de sus hijos. Son signos en los que se da una verdadera transformación en la que se nace a una vida digna, libre, potente.

Esa acción de Dios, que había quedado como promesa en el AT, la realiza Jesús, la lleva a cabo. Esa transformación, ese traslado "del reino de las tinieblas al reino de su luz admirable", la realiza Jesús, y sus signos son los mismos, sólo que ahora pueden verse, y hay testigos.

Los contextos
Cuando recibimos la Palabra de Dios, siempre necesitamos tener en cuenta dos contextos: el contexto de la Escritura y nuestro contexto actual.  El Señor nos habla a nosotros, pero no como entes aislados, sino viviendo en una situación concreta: histórica, social, económica, familiar, cultural, personal...  A ese "yo y mi circunstancias", como decía Ortega.
¿Cuál fue el contexto presentado en el Evangelio?
El territorio de las "Diez ciudades" (la Decápolis) extranjeras, es decir, fuera de Israel: Jesús volvía de la región de Tiro... pasó por Sidón... rumbo al mar de Galilea.  Esos territorios no habían recibido la promesa de la Alianza, recibida por el Pueblo elegido. Esto significa que es todo un pueblo que vive bajo el influjo y el poder de las tinieblas. Es un pueblo que está sin Dios, y por lo tanto, dominado, oprimido, esclavo, a merced de las fuerzas más oscuras del mal.  El sordomudo representa perfectamente este estado.
Jesús no sólo no teme acercarse a él, sino que lo respeta, lo trata personalmente, lo lleva aparte, impone sus manos sobre él, tocándole las orejas, orando al Padre, suspirando (soplando) sobre él, y, además, con su saliva le tocó la lengua. Jesús, al entrar en contacto con el sordomudo, establece una comunión con él, pero, lejos de quedar contaminado, el sordomudo es curado: se abren sus oídos del encierro y se desata (se le soltó) la lengua. Notemos los verbos que implican libertad, con una fuerza mayor que la sola recuperación de la salud.  Todos los presentes son testigos, y los discípulos, los que conocen las escrituras, comienzan a reconocer e identificar los signos mesiánicos. No es una curación aislada. Y además es un extranjero (entre aquellos más débiles, necesitados y alejados, tal como mencionó el Salmo, junto al huérfano y la viuda).  No puede dejar de ser asombroso, novedoso, exultante...

¿Para qué nos sirven los oídos? ¿Para qué nos sirve la lengua?
Más allá de una curación, esta acción liberadora de Jesús concede a este hombre las plenas facultades de comunicación, lo incluye en la comunidad, le devuelve la dignidad, lo abren a la vida.
En efecto, ahora este hombre deberá "escuchar", tal como lo dice el primer mandamiento "Escucha, Israel..."
Ahora este hombre deberá proclamar con su lengua su propia experiencia de fe: "...Se los dirás a tus hijos, estando en casa y yendo de camino..."
Ahora debe oir a Jesús y debe proclamarlo.
Pero además, de ahora en más, debe discernir y actuar. Una vez que fue sanado, debe "oir" la voluntad del Señor sobre todos los ámbitos de la vida.  Y debe asumir una decisión en la que se conjugan esa voluntad del Señor y ejerciendo su libertad a la vez.  Debe optar, debe decidir, debe "decir su opinión", debe confesar y realizar su vida.   Esto es oir y hablar: discernir y actuar en libertad y en comunión con Dios haciendo propios los criterios de Jesús.
Para ésto es sanado, para que pueda escuchar y pueda hablar. Para que pueda discernir y jugarse.  Para que pueda seguirlo al Señor.
La sanación del sordomudo no le resolvió todos los problemas de la vida, sino que lo capacitó para que pueda afrontarlos y vivir en paz.  La sanación no fue un arte de magia, no anuló su libertad ni su responsabilidad, sino la devolución de su dignidad: un ser que debe decidir iluminado por la fe y la Palabra de Dios que es Jesucristo vivo.

¿Y nuestro contexto?
Hoy también el Señor continúa realizando esos signos liberadores.  El Señor verdaderamente nos sana.
¿Somos capaces de reconocer el desafío que supone el ser sanados?
Discernir y actuar...
Una vez que el Señor nos sana, no dejamos de escuchar otras voces que se oponen a la suya.  Y nuestra vida no está atada y determinada, ya que se nos concede la libertad...
Los poderes de este mundo exigen una disciplina que implica renunciar a la propia conciencia y dignidad para levantar la mano en un senado, para conservar un puesto, para "opinar" de acuerdo a un libreto preestablecido que debe repetirse fielmente.
Los amos de este mundo exigen que se le tenga, al menos, "un poquito de miedo"... para que, bajo amenazas de quitarle dinero, protección, asistencia... lo que sea (de la que se han adueñado y actúan como si fueran sus dueños...) obligan a la obsecuencia o los constituyen como enemigos a los que se los debe atacar y vencer hasta que queden reducidos a sordomudos.  Exactamente el proceso inverso del que hizo Jesús.
Es por esto que hoy, más que nunca, necesitamos ver, oir y hablar.
P. Luis Bruno