sábado, 30 de noviembre de 2013

Domingo I de Adviento

Ya viene el Señor

Comentario del P. Luis H. Rivas
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 37-44
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempo de Noé.
En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entro en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llego el diluvio y los arrastró a todos.
Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra será dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor:
Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera en qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada».
 
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Como todos los años, en el primer domingo del año litúrgico se proclama un texto del Evangelio que se refiere al final de todas las cosas. En el comienzo ponemos la mirada en el final, como quien debe comenzar una carrera y desde el punto de partida mira hacia la meta para orientar correctamente el reco­rrido.
Las palabras de Jesús están dirigidas a crear intranquilidad en los oyentes. Nos dicen que ante la idea del fin no podemos quedarnos tranquilos, sino que por el contrario debemos vivir como personas que saben que en cualquier momento va a suce­der una catástrofe de la que hay que tratar de librarse.
Por eso nos pone un texto del Antiguo Testamento como ejemplo. El libro del Génesis reelaboró elementos pertenecien­tes a antiguos relatos y mitologías, produciendo una narración según la cual en una época muy lejana la humanidad se había llenado de violencia y Dios decidió acabar con esa situación y con todos sus responsables. Para eso separó al único hombre justo, que era Noé, y le ordenó que construyera un inmenso barco, al que llamamos "el Arca", donde debían salvarse él, sus familiares más cercanos, y todas las especies de animales que pueblan la tierra. Una vez construida el arca, vino una terrible inundación, el diluvio, que sumergió a todo el mundo y acabó con el pecado. En tiempos de Noé, mientras éste construía el arca y entraba en ella, los demás seguían su vida ordinaria: comían, bebían, se casaban... pero ninguno prestaba atención a lo que estaba pasando hasta que vieron que el diluvio les venía encima. Entonces fue tarde.
¿QUÉ SUCEDERÁ?
Jesús alude a lo que dice ese antiguo relato para introducir una advertencia sobre lo que sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Jesús no nos anuncia una catástrofe como el diluvio, sino la venida de una persona que lleva este nombre tan extraño: "el Hijo del hombre". En la época en que Jesús predicaba, los judíos hablaban del "Hijo del hombre" que debía venir. Interpre­tando algún texto de la Biblia y algunos otros libros religiosos de ese tiempo, se esperaba la venida de una persona que llegaría desde el Cielo para hacer un juicio en nombre de Dios. Este juicio daría como resultado la condena de todos los malvados y la salvación y el premio de todos los que eran fieles a la Ley de Dios. Con la llegada del Hijo del hombre se sucederían tiempos de angustia y tiempos de felicidad. Tiempos de angustia porque el momento del juicio sería ciertamente amargo y tremendo: to­dos deberían presentarse ante la mirada del Hijo del hombre que juzgaría hasta las acciones más ocultas de los hombres con el fin de castigar todo pecado, hasta el más pequeño. Pero des­pués del juicio vendrían los tiempos de felicidad: ya no habría más pecado, y tampoco habría pecadores. Habría desaparecido todo motivo de tristeza y solamente quedaría la paz y la alegría de vivir en compañía de Dios.
Los que escuchaban a Jesús sabían muy bien qué quería decir cuando hablaba de la venida del Hijo del hombre.
¿Y QUIÉN ES?
El Hijo del hombre es el mismo Jesús. En las palabras del Señor se prefiere este nombre cuando se trata de su segunda venida, la que tendrá lugar al final de los tiempos cuando venga como Juez para premiar o castigar a cada uno según sus mere­cimientos.
Se reconocen entonces dos venidas de Jesús: la primera es la que celebramos en Navidad, cuando vino pobre y humilde, igual a nosotros en todo menos en el pecado y que culminó con la pasión y la resurrección. En esa primera venida no vino a juzgar ni a condenar a nadie sino a perdonar y a salvar.
Pero ahora Jesús nos anuncia su segunda Venida.  Al final de los siglos vendrá nuevamente, pero de una manera muy distinta a la primera vez. En esta segunda venida aparecerá con toda su gloria, y como juez juzgará las acciones de los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares.
¿CUÁNDO SERÁ?
Jesús insiste en que nadie sabe cuándo será la venida del Hijo del hombre. Pero nos dice que será como en los tiempos de Noé: en el momento en que menos se lo espera, cuando todos estén ocupados en otra cosa. Nos dice también una parábola: es como cuando viene un ladrón de noche. Todos saben que los ladrones no se anuncian ni avisan cuándo van a pasar. Es lógico que si un dueño de casa supiera que va a pasar un ladrón a una hora determinada de la noche, se quedaría levantado para impe­dir que venga a hacer desastres o a llevarse cosas. Jesús ven­drá como un ladrón: en el momento en que estén más distraídos y nos tomará por sorpresa.
Muchos han intentado calcular la fecha de la venida del Se­ñor. De vez en cuando leemos en los diarios u oímos decir que algún exaltado religioso o alguna secta está anunciando el fin del mundo para una fecha determinada. Cuando esto sucede, mu­chos se dejan impresionar y comienzan a preocuparse. Alguna vez se han dado casos de terror y hasta ciertas personas han llegado al suicidio. Así sucedió en el año 1000 y también en el 1900. Conocemos lo que sucedió con algunas sectas al aproxi­marse el año 2000.
Jesús por el contrario nos dice que no debemos estar hacien­do esta clase de cálculos. De diversas maneras en el Evangelio se nos repite que ninguno, ni siquiera los Ángeles, sabe cuándo será. Si alguien pudiera saberlo ya no sería como la llegada del ladrón. Y si alguien viene a decirnos que en tal fecha va a ser el fin del mundo y el juicio final, podemos responderle con toda tranquilidad que está equivocado, porque Jesús ha dicho clara­mente que nadie sabe cuándo será.
¿YA? ¿AHORA?
Podemos estar seguros de que la venida final del Señor no nos es conocida. Sin embargo, cuando Jesús habla de su venida como juez no se refiere solamente al último día de la historia de la humanidad. Jesús nos dice que "ya viene". Ese último día ya ha comenzado, y el Señor está viniendo siempre hasta que ter­mine la historia humana.
Cuando Jesús estuvo delante de sus jueces, que le pregunta­ban si él era el Hijo de Dios, les respondió: "Desde ahora van a ver al Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo... ". Prestemos atención a esas palabras: "Desde ahora...". La primera venida de Jesús, en la debilidad, terminó con la muerte y la resurrección. Y a partir de la resurrección ya comienza una nueva venida: ahora viene con gloria y también como juez.
Si no debemos vivir alarmados, como si ya estuviéramos en los últimos momentos antes del fin del mundo, tampoco debe­mos despreocuparnos como si nunca fuera a suceder o estuvié­ramos demasiado lejos.
Jesús no nos invita a vivir angustiados ni aterrados, sino que nos manda vivir atentos, prevenidos. No se trata de inquietud sino de vigilancia para saber reconocer al Señor cuando se pre­sente ante nosotros.
¿Y CÓMO VIENE?
Cuando Jesús decía estas palabras a sus discípulos, estaba hablando de la futura destrucción de la ciudad de Jerusalén. Efectivamente, cuarenta años después de la muerte de Jesús tuvo lugar una terrible guerra entre los judíos y los romanos, y como consecuencia la ciudad fue destruida casi totalmente. Esa futura destrucción de la ciudad es presentada como un modelo de lo que es el juicio del Señor. Así habían hablado siempre los Profetas: la destrucción de Jerusalén o de cualquier otra ciudad es una imagen de lo que le sucede a un pueblo que se resiste a obedecer a Dios. Guerras y calamidades sirven como una ad­vertencia y como un modelo de lo que le puede suceder a cada uno y al pueblo en general.
Pero a partir de su resurrección, Jesús viene de otra forma. Él está ahora presente de manera muy especial en cada cristia­no y también en cada hombre. Los cristianos tenemos que abrir muy bien los ojos de la fe para alcanzar a ver a Jesús que se acerca a nosotros cada vez que nos encontramos con otra per­sona, porque en ese encuentro estamos siendo juzgados por el Hijo del hombre. En el momento en que estamos más distraídos, cuando menos lo pensamos, Jesús está a nuestro lado tendién­donos una mano que pide ayuda, exigiéndonos una definición, o solicitándonos algo de nuestro tiempo o de nuestra alegría.
También Jesús ya viene a nosotros en la historia de nuestra patria y en la historia del mundo. Pero también en los acontecimientos de la vida diaria, tanto familiares como sociales, cada vez que sucede algo en lo que tenemos que asumir una actitud cristiana, opinando o actuando como corresponde a discípulos del Señor.
Algunos podrían pensar que en el juicio de Dios sucederá como en la guerra, o como en el diluvio: una catástrofe sepulta por igual a buenos y a malos, a los justos y a los injustos. Jesús nos dice que si hay dos personas juntas, las dos no tendrán la misma suerte. En el juicio que se realiza cuando el Señor se hace presente se toma muy en cuenta lo que responde cada uno, y de acuerdo con esa respuesta recibirá su premio o su castigo. Los que saben reconocer y recibir al Señor lo recibirán como premio a Él mismo, mientras que los que no lo quieren recibir, recibirán como castigo la ausencia de Dios.
No hay momento de nuestra vida que no sea juzgado por el Hijo del hombre. Él ha muerto y ha resucitado, ahora viene como Juez y toma en cuenta acciones y palabras, actos y omisiones; todo es medido y pesado en la presencia del Señor. Ya no hay nada indiferente: por eso el Señor nos manda vivir muy atentos, vivir siempre prevenidos. San Pablo nos exhorta, en la segunda lectura que se ha proclamado en la Misa de hoy, para que nos "despertemos del sueño", y hablándonos de esa salvación que se acerca nos invita a llevar una vida alejada de toda clase de vicios y torpezas.
¿HABRÁ UN JUICIO FINAL?
Sin lugar a dudas, habrá un juicio final. La palabra de Dios nos advierte que la historia del mundo no seguirá indefinidamen­te, sino que llegará un momento en que todo tocará a su fin. En ese momento serán puestas delante de la mirada de Dios todas las acciones de todos los hombres, desde el primero al último. Pero eso no quiere decir que esa será la primera vez que el Señor juzgue. Hay acontecimientos de la historia en que juzga, como en el caso de la destrucción de Jerusalén. Pero también hay un momento especial para cada ser humano, que es la veni­da del Hijo del hombre para cada uno en particular, en el juicio que tendrá lugar cuando se produce la propia muerte.
Pero está también esa venida diaria y constante en que cada uno de nosotros es juzgado por el Señor que se acerca en for­mas tan diversas y pone a prueba nuestra fidelidad cristiana. De esta forma vemos que el Señor ya está viniendo, y que nosotros ya vamos siendo juzgados. Llegará un momento después de nuestra resurrección cuando el juicio llegará a su punto culmi­nante y final. En ese momento se verá de un solo golpe de vista lo que han sido todos esos otros juicios de cada instante y se pondrá de manifiesto lo que ha sido la fidelidad de cada uno.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Homilía del Papa sobre los que viven buscando mensajes y no se preocupan de construir su vida sobre una fe firme, es decir, la sabiduría

Papa Francisco: "La Virgen no es un cartero que trae mensajes todos los días"

Susy Longoria  14/11/2013 16:30:15
El Papa Francisco centró su homilía en Casa Santa Marta en la sabiduría. En concreto, Francisco advirtió de su defecto opuesto, la curiosidad malsana. Por ejemplo, la de aquellos que dicen: “Yo conozco un vidente que recibe cartas y mensajes de la Virgen”. A lo que Francisco responde que la Virgen María es Madre de todos y no un “jefe de Correos, que envía mensajes todos los días”.

"El espíritu de la curiosidad nos aleja del espíritu de la sabiduría, porque sólo le interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. O, ¿cómo se hará esto? Es el cómo: es el espíritu del cómo. Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios, el espíritu del hablar demasiado”.

Francisco concluyó que los santos son sabios porque siempre caminan bajo la presencia de Dios.

EXTRACTO DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

"Esto es caminar en la vida con este Espíritu: el Espíritu de Dios, que nos ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este Espíritu nos da paz. ¡Siempre! Es el Espíritu de paz, el Espíritu de amor, el Espíritu de fraternidad. Y la santidad es precisamente esto. Lo que Dios pide a Abraham “Camina en mi presencia y sé irreprensible” es esto: esta paz. Ir bajo la moción del Espíritu de Dios y de esta sabiduría. Y aquel hombre y aquella mujer que caminan así, se puede decir que son un hombre y una mujer sabios. Un hombre sabio y una mujer sabia, porque se mueven bajo la moción de la paciencia de Dios".

"Y cuando nosotros queremos adueñarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas conocer todo, tomar todo en nuestra mano… Los fariseos preguntaron a Jesús: “¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?”. ¡Curiosos! Querían conocer la fecha, el día… El espíritu de la curiosidad nos aleja del Espíritu de la sabiduría, porque sólo interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. ¿O cómo se hará esto? ¡Es el cómo: es el espíritu del cómo! Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios, el espíritu de hablar demasiado. Y Jesús también viene a decirnos una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión".

"Así Santa Teresina - Santa Teresa del Niño Jesús - decía que ella debía detenerse siempre ante el espíritu de la curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta religiosa relataba una historia, algo de la familia, de la gente, algunas veces pasaba a otro argumento y ella tenía ganas de conocer el final de esta historia. Pero sentía que aquello no era el espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de nosotros: no buscar cosas extrañas, no buscar novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una brisa suave. Éste es el Espíritu del Reino de Dios, del que habla Jesús. Así sea".

lunes, 11 de noviembre de 2013

Jornada de ayuno y oración

"Jornada de ayuno y oración"
Junto a las reflexiones que presentamos el pasado viernes 8 de noviembre acerca del “drama de las drogas y el narcotráfico”, queremos proponer al pueblo de Dios un gesto que acompañe esta preocupación.
Para ello convocamos a todos los que comparten nuestra Fe y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a una jornada de ayuno y oración, pidiendo a Dios Padre que mueva y sostenga los corazones y las voluntades de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de los recursos de la Ley, para frenar la perversa y devastadora fuerza de las drogas. Rogaremos también por la construcción de “una cultura del encuentro y la solidaridad, como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna” (1), y por la conversión de los narcotraficantes.
El día que proponemos para esta Jornada es el 7 de diciembre, primer sábado de Adviento. Ese día, en las diócesis del País, en las catedrales y santuarios, en las parroquias y capillas, se celebrará la Santa Misa por esta intención, recordando especialmente a los enfermos, a sus familiares y a los fallecidos por causa de este flagelo.
La oración es una expresión de confianza dirigida a nuestro Padre Dios que siempre quiere lo mejor para sus hijos, y conoce muy bien lo que padecemos y sufrimos cuando un niño, un joven o un adulto pierden la libertad, la salud y hasta la propia vida por causa de las drogas.
Que la Virgen María que nos cuida con ternura de Madre, nos acompañe en este día.

Los Obispos de la Conferencia Episcopal Argentina
Buenos Aires, 11 de noviembre de 2013


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1 CEA, “El drama de la droga y el narcotráfico”, 8 de nov. de 2013

La droga y el narcotráfico


SÍNTESIS DE LA PRESENTACIÓN DE LA DECLARACIÓN
DE LOS OBISPOS ARGENTINOS
EN EL MARCO DE LA 106º ASAMBLEA PLENARIA
“El drama de la droga y el narcotráfico”
En conferencia de prensa en la localidad de Pilar, provincia de Buenos Aires, fue presentada la declaración de los obispos argentinos “El drama de la droga y el narcotráfico”.

La presentación estuvo a cargo del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo de Santa Fe monseñor José María Arancedo y del presidente de la Comisión de Pastoral Social y obispo de Gualeguaychú monseñor Jorge Eduardo Lozano.

“Este tema compete a todas las regiones pastorales del país. Lo conversamos todos los obispos [a esta Asamblea asistieron 100 obispos de un total de 130, aproximadamente] con mucha preocupación. Por eso pensamos que es importante asumirlo y presentarlo en tono de reflexión y expresarlo a través de una declaración”, abrió monseñor Arancedo antes de iniciar la lectura del texto. “Lo vamos a leer con monseñor Lozano, presidente de la Pastoral Social y que trabaja de modo particular el tema de adicciones, droga, narcotráfico con diversas comisiones de la Conferencia Episcopal”, resaltó Arancedo.

El drama de la droga y el narcotráfico
Angustias de la sociedad
1 - La sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país. Son muchos los que nos acercan su angustia ante este flagelo. Nos conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Nos quedamos sin palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o hechos de violencia vinculados al narcotráfico.
2 - Sabemos que este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. Se refleja en el deterioro de los vínculos sociales y en la ausencia de valores trascendentes.
3 - Cuando este mal se instala en los barrios destruye las familias, siembra miedo y desconfianza entre los vecinos, aleja a los chicos y a los jóvenes de la escuela y el trabajo. Tarde o temprano algunos son captados como ayudantes del “negocio”. Hay gente que vende droga para subsistir, sin advertir el grave daño que se realiza al tejido social y a los pobres en particular.
4 - Es alarmante la expansión de las llamadas drogas sintéticas, que se distribuyen en diversos espacios festivos, y nos duelen las conductas autodestructivas en adolescentes o jóvenes que consumen diversas sustancias.
5 - Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio. Pero también es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se desentiende, se lava las manos y “mira para otro lado”.

Necesidad de medidas urgentes
6 - La Argentina está corriendo el riesgo de pasar a una situación de difícil retorno. Si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez más espacio. Es cierto que el desafío es enorme y el poder de corrupción y extorsión de los grupos criminales es grande. Pero no es verdad que “nada se puede hacer”.
7 - La complejidad de este tema es tal que solo será abordado eficazmente por medio de amplios consensos sociales que deriven en políticas públicas de corto, mediano y largo alcance. Pero perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado. Recogemos también la preocupación por la desprotección de nuestras fronteras, y por la demora en dotar de adecuados sistemas de radar a las zonas más vulnerables.
Lamentamos que el organismo del Estado dedicado a coordinar las políticas públicas en esta materia (SEDRONAR) lleve tantos meses sin tener su responsable designado.

Pasión por el bien

8 - Muchos centros educativos, clubes barriales y diversas ONG colaboran en la educación, prevención y asistencia a las víctimas. Reconocemos gratamente la ardua tarea que se desarrolla desde la Iglesia implementando en las diócesis la pastoral de adicciones, promoviendo la contención de familias, el acompañamiento y la reinserción social de los adictos. Valoramos de corazón el esfuerzo, la dedicación y la entrega de tanta gente generosa que colabora en comunidades terapéuticas. No obstante, como obispos somos conscientes de que no hemos sido suficientemente eficaces en promover una pastoral que convoque y contenga a los adolescentes y jóvenes. A su vez, seguimos alentando la creación de centros de asistencia para quienes sufren la esclavitud de la adicción y les cuesta salir.
9 - Esta situación está dejando un tendal de heridos que reclaman de parte de todos compromiso y cercanía. Jesús nos pide que nos inclinemos ante quien sufre y que tratemos con ternura sus heridas.
10 - San Pablo nos enseña a “tener horror por el mal y pasión por el bien” (Rm 12, 9). Por eso no debemos quedarnos solamente en señalar el mal. Alentamos en la esperanza a todos los que buscan una respuesta sin bajar los brazos:
   A las madres que se organizan para ayudar a sus hijos.
   A los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana.
   A los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse.
   A los comunicadores que hacen visible esta problemática en la sociedad.
   A los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los jóvenes.
  A los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestras comunidades brindan espacios de dignidad humana.
   A los miembros de fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras del Estado que aún a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren.
   A todos los que resisten la extorsión de las mafias.

Que no nos roben la esperanza

11 - Es perverso vivir del sufrimiento y de la destrucción del prójimo. Por eso anhelamos una justicia más eficiente que erradique sin demoras la impunidad. Al mismo tiempo no dejamos de pedir la conversión de los traficantes.
12 - A cada uno de los que han caído en la droga, le decimos con el Papa Francisco: “Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres. Tú eres el protagonista de la subida, esta es la condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por ti”.
13 – No dejemos que nos roben la esperanza, ni que se la arrebaten a nuestros jóvenes. Cuidémonos los unos a los otros. Estemos particularmente cerca de los más frágiles y pequeños. Trabajemos por una cultura del encuentro y la solidaridad como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna.

Que el Señor nos ilumine y la Virgen de Luján nos ayude a cuidar el presente y el futuro de la Nación.
106° Asamblea Plenaria
Pilar, 7 de noviembre de 2013

domingo, 10 de noviembre de 2013

Unidos en oración

¿Puedes identificar quiénes son?
Mis queridos hermanos, no dejemos de orar en ningún momento por el Santo Padre, y a la vez confiemos en la intercesión de toda la Iglesia

Cuestionario preparatorio del Sínodo sobre la Familia

Mucho se está hablando de que el Papa hizo un cuestionario a los fieles, en los que habría preguntas como para hacer una reforma"revolucionaria".
En realidad, es algo que SIEMPRE se hizo antes de celebrar un Sínodo. 

En efecto:
El papa Francisco convocó para octubre de 2014 un Sínodo extraordinario sobre la Familia. 

El Vaticano envió a los obispos un cuestionario de 38 preguntas, que deberán contestar hasta fines de enero, y con todas las respuestas se preparará un documento preparatorio sobre la situación en la sociedad y en la Iglesia, con el que el Sínodo trabajará para dar las respuestas finales. 

Algunos medios de comunicación ofrecieron la noticia como un plebiscito o referéndum, cuando no como una “consulta a las bases”. No es así. 

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi SJ, explicó este sábado, que “solamente se trata de un documento enviado a las Conferencias Episcopales de todo el mundo”. 

Es un documento de carácter consultivo, “no es nada insólito ni novedoso, forma parte de la praxis habitual del Sínodo de los Obispos”, explicó el padre Lombardi. 

A continuación, el cuestionario. Si alguien quiere enviar respuestas, participe en su comunidad. Si desea publicarla en comentarios, también. Eso sí, habrá que informarse un poco...



Cuestionario preparatorio del Sínodo sobre la Familia (octubre de 2014)
1.- Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia sobre la familia
  • ¿Cuál es el conocimiento real de las enseñanzas de la Biblia, de la (encíclica) 'Gaudium et Spes', de la 'Familiaris consortio' y de otros documentos del magisterio postconciliar (Vaticano II) sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cuál es la formación de nuestros fieles para la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia?
  • Allí donde la enseñanza de la Iglesia es conocida, ¿es aceptada integralmente? ¿Hay dificultades en ponerla en práctica? ¿Cuáles?
  • ¿Cómo es difundida la enseñanza de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales en el ámbito nacional? ¿diocesano, parroquial? ¿Qué catequesis se hace sobre la familia?
  • ¿En qué medida -concretamente sobre qué aspectos- tal enseñanza es realmente conocida, aceptada, rechazada o criticada en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales que obstaculizan la plena recepción de la enseñanza de la Iglesia sobre la familia?


2.- Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural...
  • ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto en ámbito institucional, educativo y académico, como en ámbito popular? ¿Qué ópticas antropológicas se sobreentienden en este debate sobre el fundamento natural de la familia?
  • El concepto de ley natural con relación a la unión entre el hombre y la mujer ¿es comunmente aceptado como tal de parte de los bautizados en general?
  • ¿Cómo es contestada en la práctica y en la teoría la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer en vistas de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y eclesiales?
  • En el caso de que pidan el matrimonio los bautizados no practicantes o quienes se declaran no creyentes, ¿cómo afrontar los desafíos pastorales que derivan de ello?


3.- La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización
  • ¿Cuáles son las experiencias surgidas en los últimos decenios en orden a la preparación al matrimonio? ¿De qué manera se ha intentado estimular el deber de evangelización de los esposos y de la familia? ¿De qué manera promocionar la conciencia de la familia como "Iglesia doméstica"?
  • ¿Se ha conseguido proponer estilos de plegaria en familia que consigan resistir a la complejidad de la vida y cultura actuales?
  • En la crisis actual entre generaciones, ¿cómo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de transmisión de la fe?
  • ¿En qué manera las Iglesias locales y los movimientos de espiritualidad familiar han sabido crear caminos ejemplares?
  • ¿Cuál es la aportación específica que parejas y familias han conseguido dar respecto a la difusión de una visión integral de la pareja y de la familia cristiana que sea actualmente creíble?
  • ¿Qué atención pastoral ha manifestado la Iglesia para apoyar el camino de las parejas en la formación y de las parejas en crisis?


4.- Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles,
  • La convivencia "ad experimentum" (experimental), ¿es una realidad pastoral de relieve en la Iglesia particular (local)? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente?
  • ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconocimiento ni religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos fiables?
  • Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados?
  • En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?
  • ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos?
  • ¿La simplificación de la praxis canónica, respecto al reconocimiento de la declaración de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera?
  • ¿Existe una pastoral para acercarse a estos casos? ¿Cómo se desarrolla tal actividad pastoral? ¿Existen programas sobre ello en ámbito nacional y diocesano? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en su camino de fe?


5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo...
  • ¿Existe en su país una ley civil que reconozca las uniones de personas del mismo sexo equiparadas de alguna manera al matrimonio?
  • ¿Cuál es la actitud de las Iglesias particulares y locales tanto frente al Estado Civil promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, como frente a las personas implicadas en este tipo de unión?
  • ¿Qué atención pastoral es posible tener hacia las personas que han elegido de vivir según este tipo de uniones?
  • En el caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, ¿cómo comportarse en vistas de la transmisión de la fe?


6.- Sobre la educación de los hijos en el sino de situaciones matrimoniales irregulares...
  • ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes con relación a los niños nacidos y crecidos en familias regularmente constituidas?
  • ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Iglesia? ¿Qué solicitan? ¿Solo los sacramentos o también la catequesis y la enseñanza en general de la religión?
  • ¿De qué manera las Iglesias particulares se acercan a la necesidad de los padres de estos niños para ofrecer una educación cristiana a los propios hijos?
  • ¿Cómo se desarrolla la práctica sacramental en estos casos: la preparación, administración del sacramento y el acompañamiento?


7.- Sobre la apertura de los esposos a la vida...
  • ¿Cuál es el conocimiento real que los cristianos tienen de la doctrina de la (encíclica) "Humanae Vitae" sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia hay de la evaluación moral de los distintos métodos de regulación de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones se podrían sugerir sobre ello desde el punto de vista pastoral?
  • ¿La doctrina moral es aceptada? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que hacen difícil su aceptación en la mayoría de las parejas?
  • ¿Qué métodos naturales se promueven de parte de la Iglesias particulares para ayudar a los conyugues a poner en práctica la doctrina de la "Humanae vitae"?
  • ¿Qué experiencia hay sobre esta cuestión en la praxis del sacramento de la penitencia y en la participación en la eucaristía?
  • ¿Qué contrastes se evidencian entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil a este respecto?
  • ¿Cómo promover una mentalidad mayormente abierta a la natalidad? ¿Cómo favorecer el aumento de los nacimientos?


8.- Sobre la relación entre la familia y la persona,
  • Jesucristo revela el misterio y la vocación del hombre: ¿la familia es un lugar privilegiado para que esto suceda?
  • ¿Cuáles situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo?
  • ¿En qué medida la crisis de fe que pueden sufrir las personas inciden en su vida familiar?


9.- Otros desafíos y propuestas.
  • ¿Existen otros desafíos y propuestas respecto a los temas tratados en este cuestionario, que sean consideradas como urgentes o útiles de parte de los destinatarios?.+


viernes, 8 de noviembre de 2013

Delante del Altísimo, todos estamos vivos

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

Comentario del p. Luis Rivas



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo 

según san Lucas 20, 27-38



Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha orde­nado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viu­da". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descen­dencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resu­citen los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»

Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pue­den morir, porque serán semejantes, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrec­ción. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; to­dos, en efecto, viven para Él».

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LOS SADUCEOS


En los días que transcurren entre la entrada de Jesús en Je­rusalén y la última cena, los evangelios reúnen varios relatos que refieren discusiones o polémicas del Señor con los distintos grupos de sus adversarios. 
El leccionario de la Misa ha conser­vado para este año solamente el texto sobre la respuesta de Jesús a los Saduceos. En otros años encontramos otras de esas polémicas, en la redacción de los evangelistas Mateo y Marcos.

Los Saduceos, que se enfrentan con Jesús en el texto que comentamos, constituyen uno de los partidos político-religiosos que existían en aquel tiempo. Formaban este partido los miem­bros de la aristocracia sacerdotal. Eran totalmente opuestos a los Fariseos, y se caracterizaban por sus buenas relaciones con el gobierno romano invasor. Se los acusaba de ser arrogantes y de mantener distancia con el pueblo.En cuanto a las creencias, tenían en materia religiosa una posición muy conservadora. No admitían las novedades y todo aquello que pudiera poner en peligro la posición que tenían en la sociedad. Por eso no admitían la esperanza de que vendría el Mesías. Se regían solamente por lo que estaba escrito en el Pentateuco, apreciando muy poco los demás libros de la Escritura, y se oponían a las tradiciones, que eran defendidas por los Fariseos. Por esa razón eran contrarios a otras creencias que se fundaban en aquellos libros de la Biblia que ellos menosprecia­ban o en las tradiciones sustentadas por los Fariseos, como ser la existencia de los Ángeles y la esperanza en la vida eterna y la resurrección. 

En la primera lectura de este domingo se encuen­tra la afirmación de la resurrección en el segundo libro de los Macabeos, que no era admitido como libro sagrado por los saduceos.

Se decía que negaban también la Providencia, porque sostenían que solamente el hombre, con su libertad, era el que ordenaba todas las cosas, y que Dios no intervenía en la historia de los hombres.

Para nuestro conocimiento de la historia de Jesús, es impor­tante saber que cuando el Señor fue llevado a la cruz, fueron los saduceos los que lo condenaron, lo llevaron ante Pilato y lo acu­saron para obtener la ejecución. Los Fariseos no intervinieron en esos acontecimientos. 



EL PROBLEMA DE LOS SADUCEOS

Como se ha dicho más arriba, los Saduceos no admitían las doctrinas de la inmortalidad y de la resurrección de los muertos. Por eso se acercan a Jesús para conocer su opinión al respecto. Pero no proponen la pregunta directamente, sino a través de un caso para resolver. 
Los Saduceos parten de una ley del Antiguo Testamento, para concluir que su aplicación crea problemas en el caso de que exista realmente una resurrección. 
En realidad, los Saduceos pretenden ridiculizar esta enseñanza defendida por los Fariseos.La ley aludida es la que se conoce con el nombre de "ley del levirato". Es una disposición muy conocida en el mundo antiguo, y que también fue asumida por Israel. Teniendo muy alta estima por la descendencia, trataban de hallar una solución al caso, para ellos tan doloroso, de que un hombre muriera sin tener hi­jos. Según esta ley, si un hombre moría sin dejar descendencia, su hermano tenía la obligación de tener relaciones con la mujer viuda para que esta concibiera. Pero el hijo que naciera de esta unión sería tenido en todo como hijo del difunto, y no del autén­tico padre. Así el hombre muerto tendría descendencia.
El problema de los Saduceos es claro: suponiendo que siete hermanos tienen relaciones con la misma mujer y todos mueren sin dejar descendencia ¿de cuál de ellos será esposa el día de la resurrección?


PRIMERA RESPUESTA DE JESÚS

El Señor, una vez que oye el problema, no se deja llevar al terreno de la casuística. Más bien encara directamente el error que se encuentra en la base, y que es la posición de los saduceos con respecto a la resurrección. Por eso su respuesta se da en dos partes. 
En la primera ataca la idea errónea de resurrección que tienen los Saduceos. 
En la segunda, va directamente al problema teológico de la exis­tencia de la resurrección. 
Los Saduceos tienen una idea equivocada de la resurrec­ción, porque piensan que la otra vida tendrá las mismas caracte­rísticas que esta que estamos viviendo ahora. 
En este mundo es necesario el matrimonio porque se trata, entre otras cosas, de crear hombres para poblar el mundo. Aquí existe el envejeci­miento, la enfermedad y la muerte. Es necesario que otros vengan a ocupar los lugares que van dejando los que llegaron a la ancianidad o padecieron la muerte.Pero en la otra vida esto no se dará. Allá no habrá necesidad de crear nuevos hombres, y por lo tanto el matrimonio no podrá existir de la misma forma que en este mundo. 

El Señor, al hablar de la vida futura, señala las condiciones de esa existencia. Los que llegan a la resurrección llevarán una vida como la de los ángeles, no podrán morir, serán hijos de Dios. Sabemos que ya somos hijos de Dios, y a Dios lo llamamos Padre. Pero también se nos dice en la Palabra de Dios que todavía no se ha revelado plenamente lo que seremos, ya que cuando podamos contem­plar a Dios, seremos semejantes a Él. Esto escapa a toda posi­bilidad de imaginación. 

El matrimonio, en la otra vida, conservará todo aquello que sea acorde con esa existencia angelical o casi divina: el amor recíproco, la intimidad, la comunicación. Pero no tendrá aquello que pertenece a la vida de este mundo, como es la procreación.Por eso se equivocan los Saduceos: ellos hablan del matri­monio en la resurrección, como si allá permanecieran las mis­mas condiciones que en esta vida.


SEGUNDA RESPUESTA DE JESÚS

Dejado en claro lo que se entiende por resurrección, Jesús pasa ahora a mostrarles el error teológico que cometen al ne­garla. Para nuestra mentalidad el argumento de Jesús puede aparecer desconcertante o ininteligible. Hagamos un esfuerzo por ponernos dentro de la mentalidad de los maestros y rabinos de la época del Señor.

Jesús les recuerda a los Saduceos un texto del libro del Éxo­do, uno de los pocos que ellos admiten como parte de la Sagrada Escritura. Es el texto que refiere la manifestación de Dios a Moisés en la zarza ardiente, cuando éste es enviado a liberar al pueblo que estaba en la esclavitud de Egipto. Jesús les recuerda las palabras que se utilizan en la presentación de Dios. Cuando Moisés se acercó a la zarza que ardía para ver de cerca el prodigio, se encontró con Dios que le habló y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob.” Abraham, Isaac y Jacob ya habían muerto hacía siglos. Sin embargo, Dios se llama a sí mismo el Dios de todos ellos, y como tal, viene a cumplir la promesa que les había hecho en su tiempo: tomar al pueblo, liberarlo y hacerlo su pueblo.Si Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es porque estos tres últimos existen y no han desaparecido total­mente: Dios no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Si Dios viene a cumplir las promesas que les hizo a Abraham, Isaac y Jacob, es porque ellos viven. Si hubieran muerto definitivamen­te, Dios habría sido injusto al no cumplirles en su tiempo lo prometido.De este modo queda en claro que los Saduceos también se equivocan al negar la inmortalidad y la resurrección.


¿QUÉ ACTUALIDAD TIENE PARA NOSOTROS?

A los hombres de nuestra época les resulta difícil admitir la enseñanza de la Iglesia sobre la inmortalidad y la resurrección. Se dice muchas veces que esas son cosas de otros tiempos, porque a los hombres de la antigüedad todo esto les parecía creíble. Pero hoy, con nuestros adelantos científicos, ya no po­demos pensar con esos conceptos.El evangelio nos muestra que también Jesús tuvo que en­frentarse con personas que, por prejuicios filosóficos, afirmaban que con la muerte todo se acaba. El Señor proclamó la enseñan­za sobre la resurrección ante un auditorio hostil a tales palabras. La misma dificultad se le presentó a san Pablo cuando tuvo que evangelizar a los griegos.En nuestra proclamación de la fe no podemos silenciar esta parte del Credo, ni tampoco diluirla en fórmulas que sean más del agrado de los hombres de nuestro tiempo, pero que hacen esfumar lo fundamental del mensaje de Jesús.También debemos poner especial cuidado para no confundir los planos. Al tratar sobre la vida eterna es necesario recordar que no se puede hablar de las cosas celestiales si no es median­te el recurso de la analogía. Muchas de las resistencias a acep­tar la doctrina sobre la inmortalidad o la resurrección, así como también muchos errores sobre la misma, se deben a que a veces se concibe la vida eterna como un levantarse de la tumba para continuar una vida con las mismas condiciones que la anterior vida mortal, o como permanecer en lo alto sujetos al tiempo y al espacio, con las mismas dimensiones y sometidos a los mismos fenómenos normales de este mundo.

De las enseñanzas de la palabra de Dios y del magisterio de la Iglesia aprendemos que la resurrección es participar de la vida de Cristo resucitado, llevando una existencia como la de Él. Cristo resucitado es la Cabeza de toda la creación, está presen­te en todo y en todas partes, existe realmente, aunque de manera misteriosa, en cada hombre y sobre todo en cada cristiano, está presente en la Eucaristía y actúa en todos los sacramentos... Por esa razón nuestros ojos carnales no pueden ver los cuerpos resucitados.El evangelio de este domingo tiene que hacernos tomar con­ciencia de que, ante un mundo que mira la muerte como el final definitivo de toda existencia, los cristianos tenemos el mensaje de la resurrección. Esta palabra nos hace mirar de otra forma nuestra vida: anima nuestra esperanza y nos lleva a valorar lo que será definitivo. Todas las cosas pasan, también tendrán un término la fe y la esperanza, pero el amor que tengamos durará para siempre.