Las elecciones, exigencia de compromiso ciudadano
“Ciudadanos responsables en el seno de un pueblo” (Papa Francisco)
1. Después de más de treinta años de vida democrática ininterrumpida y
en vísperas del Bicentenario de la Independencia, este año 2015 está
marcado por una serie de actos electorales en todos los niveles
(nacional, provincial y municipal). En tal contexto, nos parece oportuno
compartir algunas reflexiones con nuestros hermanos argentinos.
2. Las elecciones periódicas y la alternancia en el ejercicio de las
funciones de gobierno son elementos normales y al mismo tiempo
indispensables de la vida republicana. Como tales, no habrían de
encender violencias o generar enfrentamientos irreductibles, sino ser
ocasión para un sano ejercicio de las libertades políticas y civiles.
También deberían ser una oportunidad para fortalecer un mayor compromiso
de todos los ciudadanos con lo público. No hemos de reducir el
ejercicio democrático sólo a la cuestión electoral cada dos años, sino
asumir cada día la necesaria participación ciudadana.
3. El proceso electoral es una preciosa oportunidad para un debate
cívico acerca del presente y del futuro que deseamos para la Argentina.
Es necesario crecer en madurez para que un cambio de autoridades no
signifique una crisis sino una alternativa normal de la vida
democrática.
Invitamos a los candidatos que intervengan en las campañas electorales
para que ofrezcan sus propuestas, sin incurrir en agresiones. Que se
traten con respeto y cordialidad por cuanto no son enemigos, sino
adversarios circunstanciales que puedan continuar dialogando y
trabajando juntos para el bien común, al día siguiente de la elección.
No pedimos un imposible.
4. Reiteramos lo expresado en “Hacia un Bicentenario en Justicia y
Solidaridad (2010-2016)”: “la calidad de vida de las personas está
fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la
Constitución, cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo
social. Resulta imprescindible asegurar la independencia del poder
judicial y la plena vigencia de la división de los poderes republicanos
en el seno de la democracia” (N° 35). Nos parece importante afirmar y
reconocer que hay una diferencia sustantiva entre el Estado y el
Gobierno, y tanto más entre el Estado, los partidos y las personas. Si
queremos que los cambios de gobernantes no impliquen ignorar legítimos
logros, debiéramos alcanzar un adecuado nivel de madurez cívica, donde:
4.1. en temas importantes y permanentes, sea posible acordar entre los
distintos partidos y sectores sociales políticas de Estado que se
desarrollen más allá de los cambios de gobierno, de manera que las
legítimas iniciativas que cada nuevo candidato proponga implementar, no
signifiquen hacer tierra arrasada y abandonar todo lo hecho hasta ese
momento. Puede ayudar a ese objetivo que algunas de esas políticas hayan
sido previamente acordadas entre quienes se postulan a los cargos
públicos. Pensamos en algunos objetivos que deberían ser compartidos por
todos, como: la superación de la marginación y la pobreza extrema; la
desnutrición infantil; la generación de fuentes de trabajo; el respeto
de los derechos humanos y la defensa de la vida desde la concepción
hasta la muerte natural; el fortalecimiento de una educación inclusiva y
de calidad; la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas; la
disminución de la inflación que impide el crecimiento y erosiona
gravemente los ingresos de los más pobres; la transparencia en la
administración pública y la lucha contra toda forma de corrupción.
4.2. el acceso al Gobierno no implique la designación o contratación
adicional de personal perteneciente a un partido o sector. Es
indispensable dotar a la Administración Pública de un cuerpo profesional
y permanente de funcionarios que ingresen y asciendan en atención al
mérito y no a las afinidades ideológicas.
4.3. se pueda pensar en el largo plazo y no solamente en el rédito
político inmediato. Por ejemplo, en obras públicas de envergadura cuya
concreción demande un tiempo prolongado, que probablemente no sean
terminadas por el gobierno que las comience, pero son indispensables
para el desarrollo del país. También lo referido al endeudamiento
externo necesita de acuerdos para una gestión exitosa y eficaz.
5. La elección de gobernantes, en los poderes ejecutivos y legislativos
de todos los niveles, no debe ser el resultado del “marketing”.
Queremos exhortar a los ciudadanos a un ejercicio de elección
responsable, donde se evalúe a los candidatos no por su imagen mediática
sino:
5.1. por la honestidad e integridad de las personas, tomando en cuenta
su trayectoria, los valores vividos y no solamente declamados. La
Argentina ha conocido gobernantes que no usaron la función pública como
una ocasión para su enriquecimiento personal o el beneficio de sus
amigos, sino como un verdadero servicio, aún a costa de su propio
patrimonio.
Podemos aplicar a nuestro país lo que el Papa Francisco ha dicho hace pocas semanas en su visita a las Filipinas: "es más necesario ahora que nunca que los líderes políticos se distingan por su honestidad, integridad y compromiso con el bien común” 1 .
5.2. por la capacidad y la idoneidad para la función. No se trata únicamente de pergaminos académicos -que muchas veces también son necesarios- sino de una preparación personal adecuada, y de exhibir el respaldo de equipos de gobierno que puedan hacerse cargo con competencia de la complejidad de la administración del Estado o de la tarea legislativa.
Podemos aplicar a nuestro país lo que el Papa Francisco ha dicho hace pocas semanas en su visita a las Filipinas: "es más necesario ahora que nunca que los líderes políticos se distingan por su honestidad, integridad y compromiso con el bien común” 1 .
5.2. por la capacidad y la idoneidad para la función. No se trata únicamente de pergaminos académicos -que muchas veces también son necesarios- sino de una preparación personal adecuada, y de exhibir el respaldo de equipos de gobierno que puedan hacerse cargo con competencia de la complejidad de la administración del Estado o de la tarea legislativa.
5.3. por las propuestas y las ideas. En caso de candidatos que ya han
ejercido funciones públicas: se habrá de tener en cuenta el empeño que
han puesto en cumplir con sus promesas. Es necesario que cada candidato
haga conocer con claridad y detalle lo que se propone impulsar y
realizar. En este sentido, nos parece indispensable que se organicen
debates serios y a fondo, donde se puedan confrontar propuestas y
proyectos. Es inaceptable evadir el debate de ideas y plataformas.
5.4. por la voluntad y capacidad de diálogo. Dialogar y escuchar al
otro no es signo de debilidad, sino de grandeza. Es importante reconocer
que los otros también tienen algo que decir y aportar, y estar
dispuestos a trabajar juntos por el bien común.
6. La elección presidencial, con toda su importancia, no debe ocultar
la relevancia de las elecciones en otros niveles, y en particular la de
legisladores. La Nación exige fortalecer su calidad institucional en el
proceso legislativo, para que el Congreso sea un ámbito de verdadera
discusión de ideas y búsqueda del bien común.
Al ponerse de relieve las diversidades entre propuestas, candidatos e ideologías, no debe hacernos perder de vista lo que nos une. El Papa nos invita a mirar nuestros vínculos más allá de legítimas pertenencias partidarias o de sector. Por eso nos dice que “convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía” (Francisco, El gozo del Evangelio, N° 220).
Al ponerse de relieve las diversidades entre propuestas, candidatos e ideologías, no debe hacernos perder de vista lo que nos une. El Papa nos invita a mirar nuestros vínculos más allá de legítimas pertenencias partidarias o de sector. Por eso nos dice que “convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía” (Francisco, El gozo del Evangelio, N° 220).
7. Estamos en vísperas del Bicentenario de la Independencia. Los
aniversarios importantes, como éste, son ocasión para mirar hacia atrás
el camino recorrido: ¿qué hemos hecho los argentinos con nuestro país? Y
también mirar con esperanza hacia el futuro: ¿de qué debemos liberarnos
aún, qué cadenas nos atan todavía impidiéndonos ser mejores como
pueblo? ¿Qué lugar ocupamos y qué lugar queremos ocupar, como Nación
independiente y soberana, en el contexto internacional? ¿Qué relaciones
deseamos cultivar a nivel regional y latinoamericano en el contexto de
la Patria Grande? ¿Qué podemos ofrecer al mundo para que nuestro país
sea un lugar más semejante a lo que Dios sueña para la humanidad?
8. Las elecciones de este año, deberían ser un momento propicio para
iniciar un examen de conciencia colectivo, y para proponernos como
sociedad metas exigentes, que nos estimulen a crecer en la cultura del
diálogo y el encuentro.
9. La responsabilidad es de todos. Nadie podría excusarse
razonablemente de participar, según sus posibilidades, en el esfuerzo de
seguir afianzando una mejor convivencia en nuestra Patria. Convivencia
que debe sustentarse en los valores de verdad y justicia, de libertad,
solidaridad y reconciliación, en orden al crecimiento de la amistad
social. Como fieles de Cristo, miembros de su Iglesia, ofrecemos nuestro
compromiso y nuestra plegaria. Que la Virgen Madre de Dios y madre
nuestra nos sostenga para alcanzar estos horizontes, con humildad y
perseverancia.
Los Obispos participantes de la 170° Reunión de la
Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina,
Buenos Aires, 18 de marzo de 2015