lunes, 1 de diciembre de 2008

Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad.
En comunión con nuestros obispos queremos hacer pública y compartir con toda nuestra comunidad las líneas principales del documento emitido en la 96 Asamblea Plenaria (14 nov 2008).
Todo el documento manifiesta directa y transversalmente la necesidad imperiosa del diálogo para construir un proyecto de Nación. En este sentido es una denuncia y un auténtico reclamo al gobierno.
El fundamento teológico en que se apoya el aporte de la Iglesia es Cristo Jesús, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre (1), y desde él, la dignidad inviolable de cada ser humano y la concepción integral de la persona (24, 31) que abarque todas sus dimensiones, desde la concepción hasta la muerte.
La Iglesia tiene y debe decir su palabra, no puede dejar de ejercer su profetismo, ya que la evangelización va unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana (6), lo cual no significa identificarse con una socio-política partidaria.

Aportes para una nueva Nación
La experiencia de los años nos ha enseñado como comunidad nacional: el diálogo, la no-violencia en el marco institucional, el cuidado de los más débiles y que el camino de la controversia sólo ha profundizado los conflictos (2).
Hemos llegado a un consenso general acerca de la necesidad de:
 Un Estado activo, transparente, eficaz y eficiente, en la promoción de los derechos humanos, en una concepción integral de la persona humana.
 No hay democracia estable sin una sana economía y una justa distribución de los bienes, educación, producción y desarrollo local; generación de trabajo y recuperación de la auténtica cultura de la laboriosidad.
 Prioridad nacional: la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos, justicia e inclusión social. La deuda de los argentinos es la deuda social, problema moral que requiere un mayor compromiso ciudadano.
 Buscar acuerdos básicos y duraderos mediante un diálogo que incluya a todos.
La celebración del Bicentenario
(2010-2016)
Los valores cristianos constituyen parte de nuestra identidad, provienen de Dios mismo y sobre ellos podemos avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación: la fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del varón y la mujer, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por los pertinentes reclamos ante la justicia, la educación de los hijos, el aprecio por la familia, el amor a la tierra, la sensibilidad hacia el medio ambiente, y ese ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana.

Juntos para un nuevo proyecto de país
Fundamentadas en la Constitución Nacional son necesarias políticas públicas que propicien un desarrollo federal, sano y armónico de la Argentina. (13) Instalarlas requiere la participación y el compromiso de todos los ciudadanos. No deben ser impuestas por un grupo sino asumidas por cada uno mediante el camino del diálogo sincero, respetuoso y abierto (15) para que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación y puedan subsistir más allá de los cambios de gobierno. (14)
Cuando priman intereses particulares sobre el bien común, o cuando el afán de dominio se impone por encima del diálogo y la justicia, se menoscaba la dignidad de las personas, e indefectiblemente crece la pobreza en todas sus manifestaciones. (11)

Un nuevo acuerdo sobre políticas públicas
La promoción de las políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos. Se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales (Doc Aparecida, 384)
Nunca llegaremos a la capacidad de dia-logar sin una sincera reconciliación, sobre la base de la verdad y la justicia. También nos sentimos responsables de las heridas abiertas en nuestra historia. (19)

¿Qué estilo de liderazgo necesitamos hoy?
Teniendo en cuenta que el poder es un servicio (21), todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente ha de ser ante todo un testigo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad (22).
El verdadero liderazgo supera la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias, incluye la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida. (22)
También queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios.

Nuevas angustias que nos desafían
En el actual cambio de época, emerge una nueva “cuestión social”: nuevas formas de pobreza y exclusión. Abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas con graves carencias afectivas y emocionales que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia.
Ello nos interpela a discernir y promover nuevos vínculos de pertenencia y convi-vencia y nuevos estilos de vida más fraternos y solidarios. (25)

El desarrollo no se limita al simple crecimiento económico. Reconocemos una recuperación del país, pero que no ha logrado reducir sustancialmente el grado de inequidad social manifestada en la desocupación y el trabajo informal, la situación de la educación, el endeudamiento del Estado, el histórico clima de corrupción, el clientelismo político alimentado por la distribución de subsidios que no siempre llegan a los que menos tienen. La situación de los aborígenes e inmigrantes pobres, la de los adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, a los que la pobreza les dificulta el desarrollo integral de sus capacidades, quedando a merced de propuestas fáciles o escapistas. Es escandaloso el creciente consumo de drogas y la multiplicación de la oferta del juego. La población se ve afectada por la violencia y la inseguridad. (29)
La falta de verdad despierta profunda desconfianza y termina dañando el tejido social. (30)

Metas a alcanzar a la luz del Bicentenario
 Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.
 Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo.
Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables, que asuman no sólo los derechos sino también los deberes y obligaciones.
 Fortalecer las instituciones republica-nas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. Asegurar la independencia del poder judicial respecto del poder político y la plena vigencia de la división de poderes republicanos en el seno de la democracia.
 Mejorar el sistema político y la calidad de la democracia. Las estructuras nuevas no producirán cambios significativos y estables sin dirigentes renovados, forjados en el aprecio y el ejercicio constante de los valores sociales. Mayor participación de la ciudadanía en la solución de los problemas para superar el recurso al reclamo esporádico y agresivo y así encauzar propuestas más creativas y permanentes.
 Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes.
 Implementar políticas agroindustriales para un desarrollo integral.
 Promover el federalismo.
 Profundizar la integración en la Región.

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