miércoles, 17 de diciembre de 2008

Oración de protección y autoliberación



Padre Celestial, te amo, te alabo y te adoro.
Te doy gracias por habernos enviado a tu Hijo Jesús, que ha vencido el pecado y la muerte para mi salvación.
Te agradezco por haber donado el Espíritu Santo, que me da fuerza, me guía y me conduce a la plenitud de la vida.
Te agradezco por María, mi Madre del Cielo, que intercede, con los ángeles y los santos, por mí.
Señor Jesucristo, me postro a los pies de tu cruz y te pido que me cubras con tu preciosísima Sangre, aquella que brotó de tu Sacratísimo Corazón y de tus santísimas llagas.
Lávame, oh Jesús, en el agua viva que brota de tu Corazón.

Señor Jesús, te pido que me circundes con tu santa luz.
Padre del Cielo, haz que el agua sanadora de mi bautismo fluya hacia atrás en el tiempo a través de las generaciones maternas y paternas a fin de que mi familia entera sea purificada de Satanás y del pecado.

Postrado delante de ti, oh Padre, te pido perdón por mí mismo, por mis parientes, por mis antepasados por cada invocación de poder que los ha puesto en contraste contigo, o que no haya dado un verdadero honor al Nombre de Jesucristo.

En el Santo Nombre de Jesús, yo reclamo ahora, toda propiedad mía física o espiritual que haya sido puesta bajo el poder de Satanás, para remitirla bajo el Señorío de Jesucristo.

Por la luz de tu Espíritu Santo, revelame oh, Padre, cada persona que yo tengo necesidad de perdonar, y cada pecado no confesado.
Revélame, Padre, aquellos aspectos de mi vida que no te son agradables, o aquellos caminos que han podido dar a Satanás la posibilidad de introducirse en mi vida.
Gracias por tu perdón y por tu amor.
Señor Jesús, en tu Santo Nombre, yo ato a todos los espíritus del aire, del agua, de la tierra, bajo la tierra y del mundo infernal. Ato también, en el Nombre de Jesucristo, a todos los espíritus malignos e imploro la preciosísima Sangre de Jesús sobre mí y sobre todo lo que me circunda.
Padre del cielo, haz que tu Hijo Jesús venga ahora, con el Espíritu Santo, la Bienaventurada Virgen María, los ángeles y santos para protegerme de todos los males y para impedirle a todo espíritu maligno que me afecte a mi y a todo lo que me pertenece.

En el Santo Nombre de Jesús sello con su su Preciosísima Sangre todo mi ser, este lugar, a todos los presentes, mis familiares, amigos, nuestras casas, nuestros bienes, todas las comidas y bebidas y nuestras fuentes de sustento.

En el Santo Nombre de Jesús, rompo y disuelvo toda maldición, mal de ojos, hechizo, sortilegio, trampas, obstáculos, sentencias, traiciones, desviaciones,, influencias espirituales, presagios y deseos diabólicos, sellos hereditarios conocidos y desconocidos y cualquier disfunción y enfermedad derivadas de cualquier origen, incluso de mis propias culpas y pecados.

En el Santo Nombre de Jesús, rompo la transmisión de todo voto satánico, vínculo, atadura espiritual y cualquier trabajo infernal.
En el Nombre de Jesús corto y disuelvo todas las ataduras y sus efectos con astrologos, adivinos, clarividentes, médium, sanadores que operan con la esfera de cristal, quiromancia, movimiento de la Nueva Era, operadores de lo oculto, hojas de te, cartas y tarot, santones, cultos satánicos y espíritus guías, control mental magos, brujas, magia negra, magia roja, magia blanca.

En el Nombre de Jesús, disuelvo y anulo todos los efectos como consecuencia de participación en sesiones espiritistas, horóscopos, escritura automática, preparaciones ocultas de cualquier especie y de cualquier forma de veneración que no ofrezca un verdadero honor a Jesucristo.

Te agradezco, oh, Padre Celestial, por tu amor.
Te agradezco, Espíritu Santo, por haberme protegido y defendido de Satán y de los espíritus malignos.
Te agradezco, Jesús, por haberme liberado.
Te agradezco, María, Madre del Cielo, que intercedes con los ángeles y santos por mi.


Señor Jesús, lléname de caridad, de compasión, de fe, de gentileza, de esperanza, de humildad, de alegría, de cortesía, de luz, de amor, de misericordia, de modestia, de paciencia, de paz, de pureza, de seguridad, de serenidad, de tranquilidad, de confianza, de verdad, de comprensión y de discernimiento.
Ayúdame a caminar en tu luz y en la verdad, iluminado por el Espíritu Santo, en modo que juntos podamos alabar, honrar y glorificar al Padre Nuestro en el tiempo y en la eternidad. Porque tu, oh, Señor, eres el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6) y tu “has venido para que podamos tener Vida y Vida en abundancia” (Jn 10,10).

Padre Robert De Grandis

Todo tuyo

Soy todo tuyo María

Virgen María, Madre mía, me consagro a ti

y confío en tus manos toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue.

Acepta mi presente con todo lo que es.

Acepta mi futuro con todo lo que será.


Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy,

todo lo que he recibido de Dios.

Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.

Deposito en tus manos mi libertad, mis ansias y mis temores,

mis esperanzas y mis deseos, mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos

para que le sea más fiel al Señor

y con tu ayuda alcance la salvación.


Te confío ¡Oh María! mi cuerpo y mis sentidos

para que se conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi vida

para que tú la preserves del mal.

Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya;

hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.


Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud,

para que tú me ayudes a no envejecer en la fe.


Te confío mi capacidad y deseos de amar;

enséñame y ayúdame a amar como tú has amado

y como Jesús quiere que se ame.


Te confío mis incertidumbres y angustias

para que en tu corazón yo encuentre seguridad,

sostén y luz en cada instante de mi vida.

Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.


Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta

y te prometo, con la gracia de Dios y con tu ayuda,

ser fiel al compromiso asumido.


¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta,

dispón de mí y de todo lo que me pertenece,

para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre.

¡Oh María! Soy todo tuyo

y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre. ¡Amén!

Plegarias por la Sanación interior y la Liberación - P. Gabriel Amorth

Plegarias de sanación interior
Padre Gabriel AMORTH,"Un Esorcista racconta" Edizioni Dehoniane Bologna, 2004(vigésima edición) pp 246 ss (La oración es del p. Emiliano Tardif, o al menos, sigue su estilo). (la traducción y partes en negrita es del p. Luis Bruno scj)

Señor Jesús, Tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial, que cures aquellos que son causa de pecado.
...
Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de las heridas que han provocado a lo largo de toda la vida.

Señor Jesús, Tú conoces mis problemas, los pongo todos en tu Corazón de Buen Pastor.

Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu Corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.

Cura las heridas de mis recuerdos, a fin de que nada de cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.

Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.

Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos de tu Corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno.

Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza de que Tú eres la Resurrección y la Vida.
Hazme testigo auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viviente entre nosotros. ¡Amén!


Plegaria de Liberación

Oh, Señor, Tú eres grande, Tú eres Dios, Tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la intercesión y con la ayuda de los Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, ser liberados del maligno que nos ha esclavizado. Oh, Santos, venid todos en nuestra ayuda!
De la angustia, la tristeza y las obsesiones, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
Del odio, la fornicación y la envidia, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
De todo pensamiento de suicidio y de aborto, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
De toda forma de desorden en la sexualidad, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
De la división de la familia, de toda amistad mala, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
De toda forma de maleficio, de hechizo, de brujería y de cualquier mal oculto, nosotros te rogamos: Líbranos, Oh Señor.
Oh, Señor, que dijiste: “la paz os dejo, mi paz os doy”, por intercesión de la Virgen María concédenos ser liberados de toda maldición y gozar siempre de tu paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. ¡Amén!


Plegaria contra todo mal


Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, arcángeles y santos del paraíso descended sobre mí.
Fúndeme, Señor, modélame, lléname de Ti, utilízame.
Expulsa de mí todas las fuerzas del mal, aniquílalas, destrúyelas, para que yo pueda estar bien y hacer el bien.
Expulsa de mí los maleficios, las brujerías, la magia negra, las misas negras, los hechizos, las ataduras, las maldiciones y el mal de ojo; la infestación diabólica, la posesión diabólica y la obsesión y perfidia; todo lo que es mal, pecado, envidia, celos y perfidia; la enfermedad física, psíquica, moral, espiritual y diabólica.
Quema todos estos males en el infierno, para que nunca más me toquen a mí ni a ninguna otra criatura en el mundo.
Ordeno y mando con la fuerza de Dios omnipotente, en nombre de Jesucristo Salvador y Señor, por intercesión de la Virgen Inmaculada, a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que me molestan, que me abandonen inmediatamente, que me abandonen definitivamente y que se vayan al infierno eterno encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados bajo el talón de la Virgen Santísima Inmaculada. !Amén!

Plegaria por un enfermo


El 22 de junio de 1985 la Sma. Virgen, dictándole a Jélena Vasilij la oración por un enfermo, le dijo:
“Queridos hijos: ¡La oración más hermosa que pueden rezar por un enfermo es precisamente ésta!”.
La Virgen agregó que el mismo Jesús la ha aconsejado. El Señor quiere que durante el rezo de esta plegaria, tanto el enfermo como quien intercede por él, se abandonen con confianza en las manos de Dios.

“¡Oh, Dios mío! El enfermo que se encuentra ante Ti ha venido a exponerte su voluntad, pidiéndote lo que juzga es para él la cosa más importante. Dios mío, infunde Tú en su corazón este convencimiento: ¡Lo importante es que gocemos de salud en el alma!.
¡Señor, que en todo se cumpla sobre él tu santa Voluntad! Si quieres su curación que se cure, pero si Tu voluntad es otra, que siga llevando su cruz.
También te pido por cuantos intercedemos por él: purifica nuestros corazones para hacernos dignos de transmitir, por nuestro medio, Tu divina misericordia.
Señor, protégelo y alivia sus penas. Que en él se cumpla Tu santa voluntad. Que por su medio sea revelado Tu Santo Nombre. Ayúdale a llevar con valentía su cruz”.

“Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén”

lunes, 1 de diciembre de 2008

Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad.
En comunión con nuestros obispos queremos hacer pública y compartir con toda nuestra comunidad las líneas principales del documento emitido en la 96 Asamblea Plenaria (14 nov 2008).
Todo el documento manifiesta directa y transversalmente la necesidad imperiosa del diálogo para construir un proyecto de Nación. En este sentido es una denuncia y un auténtico reclamo al gobierno.
El fundamento teológico en que se apoya el aporte de la Iglesia es Cristo Jesús, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre (1), y desde él, la dignidad inviolable de cada ser humano y la concepción integral de la persona (24, 31) que abarque todas sus dimensiones, desde la concepción hasta la muerte.
La Iglesia tiene y debe decir su palabra, no puede dejar de ejercer su profetismo, ya que la evangelización va unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana (6), lo cual no significa identificarse con una socio-política partidaria.

Aportes para una nueva Nación
La experiencia de los años nos ha enseñado como comunidad nacional: el diálogo, la no-violencia en el marco institucional, el cuidado de los más débiles y que el camino de la controversia sólo ha profundizado los conflictos (2).
Hemos llegado a un consenso general acerca de la necesidad de:
 Un Estado activo, transparente, eficaz y eficiente, en la promoción de los derechos humanos, en una concepción integral de la persona humana.
 No hay democracia estable sin una sana economía y una justa distribución de los bienes, educación, producción y desarrollo local; generación de trabajo y recuperación de la auténtica cultura de la laboriosidad.
 Prioridad nacional: la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos, justicia e inclusión social. La deuda de los argentinos es la deuda social, problema moral que requiere un mayor compromiso ciudadano.
 Buscar acuerdos básicos y duraderos mediante un diálogo que incluya a todos.
La celebración del Bicentenario
(2010-2016)
Los valores cristianos constituyen parte de nuestra identidad, provienen de Dios mismo y sobre ellos podemos avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación: la fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del varón y la mujer, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por los pertinentes reclamos ante la justicia, la educación de los hijos, el aprecio por la familia, el amor a la tierra, la sensibilidad hacia el medio ambiente, y ese ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana.

Juntos para un nuevo proyecto de país
Fundamentadas en la Constitución Nacional son necesarias políticas públicas que propicien un desarrollo federal, sano y armónico de la Argentina. (13) Instalarlas requiere la participación y el compromiso de todos los ciudadanos. No deben ser impuestas por un grupo sino asumidas por cada uno mediante el camino del diálogo sincero, respetuoso y abierto (15) para que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación y puedan subsistir más allá de los cambios de gobierno. (14)
Cuando priman intereses particulares sobre el bien común, o cuando el afán de dominio se impone por encima del diálogo y la justicia, se menoscaba la dignidad de las personas, e indefectiblemente crece la pobreza en todas sus manifestaciones. (11)

Un nuevo acuerdo sobre políticas públicas
La promoción de las políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos. Se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales (Doc Aparecida, 384)
Nunca llegaremos a la capacidad de dia-logar sin una sincera reconciliación, sobre la base de la verdad y la justicia. También nos sentimos responsables de las heridas abiertas en nuestra historia. (19)

¿Qué estilo de liderazgo necesitamos hoy?
Teniendo en cuenta que el poder es un servicio (21), todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente ha de ser ante todo un testigo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad (22).
El verdadero liderazgo supera la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias, incluye la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida. (22)
También queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios.

Nuevas angustias que nos desafían
En el actual cambio de época, emerge una nueva “cuestión social”: nuevas formas de pobreza y exclusión. Abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas con graves carencias afectivas y emocionales que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia.
Ello nos interpela a discernir y promover nuevos vínculos de pertenencia y convi-vencia y nuevos estilos de vida más fraternos y solidarios. (25)

El desarrollo no se limita al simple crecimiento económico. Reconocemos una recuperación del país, pero que no ha logrado reducir sustancialmente el grado de inequidad social manifestada en la desocupación y el trabajo informal, la situación de la educación, el endeudamiento del Estado, el histórico clima de corrupción, el clientelismo político alimentado por la distribución de subsidios que no siempre llegan a los que menos tienen. La situación de los aborígenes e inmigrantes pobres, la de los adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, a los que la pobreza les dificulta el desarrollo integral de sus capacidades, quedando a merced de propuestas fáciles o escapistas. Es escandaloso el creciente consumo de drogas y la multiplicación de la oferta del juego. La población se ve afectada por la violencia y la inseguridad. (29)
La falta de verdad despierta profunda desconfianza y termina dañando el tejido social. (30)

Metas a alcanzar a la luz del Bicentenario
 Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.
 Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo.
Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables, que asuman no sólo los derechos sino también los deberes y obligaciones.
 Fortalecer las instituciones republica-nas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. Asegurar la independencia del poder judicial respecto del poder político y la plena vigencia de la división de poderes republicanos en el seno de la democracia.
 Mejorar el sistema político y la calidad de la democracia. Las estructuras nuevas no producirán cambios significativos y estables sin dirigentes renovados, forjados en el aprecio y el ejercicio constante de los valores sociales. Mayor participación de la ciudadanía en la solución de los problemas para superar el recurso al reclamo esporádico y agresivo y así encauzar propuestas más creativas y permanentes.
 Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes.
 Implementar políticas agroindustriales para un desarrollo integral.
 Promover el federalismo.
 Profundizar la integración en la Región.

Indulgencias

¿QUÉ SON LAS INDULGENCIAS?
Nos acercamos a nuestra Fiesta Patro-nal en este año marcado por el aconte-cimiento Jubilar en ocasión de los dos mil años del nacimiento del Apóstol Pablo. Ambos motivos son ocasión pri-vilegiada para recibir las Indulgencias.
¡Qué bueno! ¡Yo quiero recibir esa gra-cia! Pero… ¿qué son las indulgencias?
¡¡Que Dios es “Indulgente” con noso-tros!! Indulgente significa “Inclinado a perdonar y disimular los errores o a conceder gracias.”
El Perdón y la Reparación
Quizá alguna vez he hablado mal de alguien. Aunque luego descubrí que es-tuve mal y me arrepentí. Incluso me confesé y pedí perdón por el mal que hice hablando mal de esa persona. Y Dios me perdonó, como así también ese alguien. Sin embargo, lo que yo he dicho de ese alguien siguió su camino… y es que no puedo detener lo que he dicho, por más que se me haya perdonado el pecado. El mal siguió desparramándose y haciendo daño a través de todos los que repitieron lo que yo dije, lo que yo comencé… ¡aun después de haber sido yo perdonado!
Y lo más trágico es que esto sucede con cada pecado cometido por cada persona, comunidad, etc.
Las consecuencias del pecado hacen presente la condición de sufrimiento de aquel que, aun reconciliado con Dios, está todavía marcado por los “restos” del pecado, que no le permiten una to-tal apertura a la gracia.
Por este motivo todos estamos llama-dos a emprender un camino de purifi-cación hacia la plenitud del amor. Este es el sentido de la “penitencia” que el sacerdote da a cada penitente que se confiesa. No se trata de un “castigo”, sino de un camino de crecimiento en la fe, un camino de purificación, necesario para todo cristiano.
Cuando hablamos de la “culpa per-donada” nos estamos refiriendo al perdón que Dios nos regala a través del sacramento de la confesión.
Cuando hablamos de la “pena tempo-ral”, hablamos de la necesaria repara-ción que necesitamos realizar en nues-tro camino de conversión permanente, de purificación de los “restos” de peca-do que obstaculizan la apertura a la Gracia.
Tiempo de Indulgencia, tiempo de gracia
Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, «la indulgencia es la remi-sión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel, dis-puesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por media-ción de la Iglesia» (n.1471-1479).
Y es que es necesaria una purificación que libere de la pena temporal que brota de la naturaleza misma del peca-do y permanece -aún ya perdonado, como se ha apuntado-.
La purificación puede realizarse en la tierra o después de la muerte, «en el estado que se llama Purgato-rio». Por ejemplo, «una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificación del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena».
Lo que repara es el Amor: Jesucris-to es El Reparador ante el Padre
«Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos, en especial la Virgen, para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados. La Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo a hacer a obras de piedad, de penitencia y de caridad».
Decreto Sobre las Indulgencias con motivo del Año Paulino
II. Los fieles cristianos de las diversas Iglesias locales, una vez cumplidas las condiciones habituales (confesión sacramental, Comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice), excluido cualquier apego al pecado, podrán lucrar la indulgencia plenaria si participan devotamente en una celebración sagrada o en un ejercicio piadoso realizados públicamente en honor de San Pablo: los días de la inauguración solemne y la clausura del Año paulino, en todos los lugares sagrados; en otros días determinados por el Ordinario del lugar, en los lugares sagrados dedicados a san Pablo y, para utilidad de los fieles, en otros designados por el mismo Ordinario. (En nuestra Arquidiócesis, en cada Fiesta Patronal y durante el año en la Iglesia Catedral, y en las Parroquias San Javier y Asunción)
III. Por último, los fieles impedidos por la enfermedad o por otra causa legíti-ma y relevante, siempre con el corazón desapegado de cualquier pecado y con el propósito de cumplir las condiciones habi-tuales apenas sea posible, podrán lucrar también la indulgencia plenaria, con tal que se unan espiritualmente a una celebración jubilar en honor de san Pablo, ofreciendo a Dios sus oraciones y sus sufrimientos por la unidad de los cristianos.
Cumpliendo las obras requeridas, la in-dulgencia plenaria se puede recibir una sola vez al día para uno mismo o para un fiel difunto. La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente. Las indulgencias especiales concedidas por el Año Pauli-no son siempre plenarias.