viernes, 16 de julio de 2010

Nuestros Senadores, nuestros representantes


Una reforma polémica / Los senadores que sorprendieron a todos
El fin de una noche en que no todos dijeron la verdad
Muchos senadores votaron presionados en contra de sus creencias

Gustavo Ybarra
LA NACION

El Senado sancionó ayer la ley que llevará el número 26.618, que permite contraer matrimonio civil a personas del mismo sexo. Sin embargo, la histórica votación fue el resultado de una mayoría lograda con fórceps y que no representa la auténtica convicción de un cuerpo que demostró tener un perfil más conservador que el de la Cámara de Diputados.

Esto es así porque los números finales de la votación -33 votos a favor, 27 en contra-, se lograron gracias a un operativo instrumentado desde la Casa Rosada y la conducción del bloque oficialista, que incluyó cambios de votos, sorpresivas abstenciones y ausencias más que llamativas.

La realidad indica que, si los senadores hubiesen votado con libertad de conciencia, como se dijo antes del debate, el matrimonio gay se hubiera rechazado, y por amplia mayoría.

El primer dato que hay que destacar es que el resultado que mejor refleja la sesión de ayer fue el de la primera votación, cuando se puso a consideración el rechazo al proyecto aprobado en Diputados y que fue desestimado por apenas tres votos (33 a 30). Tras fracasar en su intento por rechazar el matrimonio homosexual, los peronistas disidentes Carlos Reutemann (Santa Fe), Juan Carlos Romero (Salta) y Adolfo Rodríguez Saá (San Luis) se fueron del recinto. Así, la segunda votación, que sancionó la ley, logró una luz de seis votos de ventaja.

Sin embargo, lo que más sorprendió fue el voto a favor del kirchnerista Mario Colazo (Tierra del Fuego). Este legislador, ex gobernador de su provincia, destituido en juicio político, fue un duro crítico del proyecto, al extremo que cuando el texto llegó al Senado, dijo: "Creo que es antinatural; mañana alguien se va a poder casar con un perro, con un burro".
Un frío de hielo

Otro oficialista, el chaqueño Fabio Biancalani, también sorprendió a propios y extraños. Lo hizo a las 3.15 de ayer, cuando su jefe de bloque, Miguel Pichetto (Río Negro), cerraba el debate. Lo interrumpió para anunciar que estaba en contra. Un frío de hielo recorrió el recinto, pero el susto duró poco, ya que aclaró que se iba a abstener por presuntas irregularidades de la Comisión de Legislación General al firmar un dictamen de unión civil.

La misma excusa, aunque sin cuestionar lo actuado por esa comisión, usó la rionegrina María José Bongiorno (Frente Grande) para abstenerse. Lo llamativo es que esta legisladora había dicho, en los primeros días de mayo, estar a favor del matrimonio homosexual para, la semana pasada, firmar el dictamen de rechazo al proyecto. Finalmente, expresó que, como no podía votar la unión civil, iba a abstenerse. Un caso igual protagonizó la chubutense Graciela Di Perna (PJ), que responde al gobernador Mario Das Neves.

Las ausencias también hablan mucho de lo ocurrido en las horas previas al debate. El santiagueño Emilio Rached (UCR) estuvo en el Senado, pero se retiró con parte de enfermo. Votaba en contra. Otro tanto ocurrió con Carlos Menem, que estuvo un par de horas en su despacho antes de retirarse, con lo que fue funcional al oficialismo.

A estas ausencias, deben sumarse la de los kirchneristas Sergio Mansilla (Tucumán), que se quedó en su provincia para no dar quórum al tratamiento del matrimonio, que rechazaba, y de las dos "invitadas" a China con la comitiva presidencial: Ada Itúrrez y Marina Riofrío (ver aparte).

Párrafo final para los radicales Gerardo Morales, presidente del Bloque en el Senado (Jujuy), y Ernesto Sanz (Mendoza), presidente del partido en el orden nacional que, tras prometer durante tres días que iban a proponer modificaciones, no lo hicieron.

Lo concreto es que esta postura les valió un fuerte cuestionamiento por parte de la mayoría del bloque que siempre rechazó el proyecto. En una tensa reunión, Morales y Sanz debieron soportar acusaciones de haberse prestado a la política de "todo o nada" del kirchnerismo y que terminó convirtiendo al matrimonio gay en una pulseada política.

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