viernes, 19 de marzo de 2010

San José


"Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Jesucristo fue engendrado así: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: 'José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados'. Al despertar, José hizo todo lo que el Ángel del Señor le había ordenado." (Mt 1,16.18-21.24)

"Hermanos: la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe. Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común, como dice la Escritura: 'Te he constituido padre de muchas naciones'. Abraham es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen. Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: 'Así será tu descendencia'. Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación".
(Rom 4, 13. 16-18 .22)


Nuestra mirada se dirige ahora a San José.
Quisiera en esta fecha contemplar su figura y su corazón. El Evangelio nos dice sobre él muy poco en cantidad, pero mucho para contemplar.
Era un hombre justo: y ¡su justicia se manifiesta en no denunciar públicamente a María! Al resolver abandonarla en secreto, prefiere asumir sobre sí desde la fe en el Padre infinitamente bueno, todo el misterio que, en ese momento, es incomprensible.
Sin salida más que huir, el Señor le manifiesta su deseo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa... "
El Señor quiere sanarlo del miedo, de la angustia, de la incertidumbre, y afirmarlo en la misión única en la historia de la Salvación:
- Ser esposo de María, la que no le será quitada, aunque ella sea la Llena de Gracia;
- Ser padre, ejercer la paternidad en Jesús: en esto consiste la autoridad de ponerle el Nombre;
- Ser así, la "sombra del Padre", un reflejo en esta tierra del Altísimo, del Padre Eterno.
Como remarca Juan Pablo II en la exhortación apostólica "Redemptoris Custos" (El custodio del Redentor), "José tomó a María en todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el hijo que llegaría al mundo por obra del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero."
Y además, José no discute, sino que hizo lo que el ángel le había manifestado: "en honor a la verdad, José no respondió al "anuncio" del ángel como María; pero hizo como le había ordenado el ángel del Señor y tomó consigo a su esposa. Lo que él hizo es genuina 'obediencia de la fe' (Rom 1,5; 16,26; 2 Cor 10, 5-6).
Se puede decir que lo que hizo José le unió en modo particularísimo a la fe de María. Aceptó como verdad proveniente de Dios lo que ella ya había aceptado en la Anunciación."
Es la fe lo que impulsa a José. Más aún que Abrahám, San José es nuestro Padre en la fe, es justo porque ha sido justificado por su fe, ha sido amado, sanado, salvado. En Cristo es nuestro Padre adoptivo.
Resalta el silencio de José, ni una palabra... José calla, sufre, espera, obedece, cree... porque verdaderamente ama.

José puede interceder por nosotros para que el Señor nos sane una gran herida de indignidad referente a Dios que nos hace malinterpretar la misión, y que el maligno aprovecha para envenenar el alma:
- Ser considerados instrumentos de Dios... ser usados por Dios (es el lenguaje que usamos), pero... ¿y yo? ¿Qué pasa conmigo? Porque veo lo que el Señor hace, pero soy un espectador... ¿Y conmigo qué hace? ¿Y mi vida? ¿Y mi afecto, mis sentimientos, mis necesidades...? ¿Y yo? ... y como éstas, muchas preguntas más en este sentido. Quizá el silencio de José ayude a nuestro corazón a hacer silencio para recibir el Amor de Dios que es su Espíritu Santo.
Es ésta gran herida que tenemos que pedir al Señor que sane: el servir a Dios, sin antes sabernos y sentirnos elegidos y amados por él. Es algo parecida a la gran herida del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo, que no se da cuenta que es hijo y no obrero de su Padre.
Pero también es una herida que traemos desde el vientre materno por todo tipo de falta de amor, por no habernos sentido "elegidos" y "llamados" (vocacionados) desde el amor, para la vida. Y además, proyectamos esa herida a la imagen de Padre Dios en nuestra vida.
De aquí nuestra necesidad tan grande de luz, de amor, de llenar con el Espíritu del Señor todas las áreas de nuestra vida en esta área tan profunda que es la herida de identidad, de indignidad, herida de vida.
Necesitamos un camino de oración constante, permanente, entregarle al Señor toda nuestra vida para que él la llene de su amor.
Y también pedirle la gracia de experimentar su amor en toda acción apostólica, de tener una fe tan viva que descubramos los signos de su amor.
- El silencio de José abarca toda su vida. Nada de espectacularidad ni grandilocuencia. Su vida pasa en lo ordinario de todos los días... él sólo es visto como "el carpintero". Desde el punto de vista de su realización personal el silencio de José tiene mucho para decirnos. Es que hoy se busca el éxito a toda costa, por cualquier medio, y muchas veces se confunde ese "éxito", con la Vocación y Misión, se confunde la "opinión pública", con la realidad del silencio del corazón, en donde Dios obra su misericordia.

Quisiera también tomarme una licencia para imaginar la muerte de José, junto a María y a Jesús. También silencio. Pero ese tránsito, esa comunión, ese desgarro de la carne... queda en el misterio. San José es el Patrono de la Buena Muerte. También necesitamos pedir su intercesión por nuestras heridas con la muerte: opciones inconcientes de muerte, pérdidas de nuestros seres queridos, rupturas, desgarros del corazón...
- San Bernardino de Siena nos dice: "hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha colmado y consumado". En esto radica nuestra consagración a San José, como también nuestra consagración a María: estar tan unidos a Jesús, que ellos nos cuiden como a Jesús.

José, que tu silencio sea oración intercesora que caiga como rocío de bendiciones en nuestras vidas. Te nececitamos, papi... guardanos, cuidanos, ruega por nosotros, y pedile al Señor que nos sane y libre de todo mal. Amén


3 comentarios:

  1. "QUE SAN JOSE, NUESTRO PADRE EN CRISTO, INTERCEDA ANTE EL SEÑOR PARA QUE CONTINUE SANANDO LAS HERIDAS DE INDIGNIDAD QUE NOS ENFERMAN EL ALMA Y NOS ALEJAN DEL AMOR DE DIOS. AMEN."
    GRACIAS PADRE LUIS!! POR SU ENTREGA INCONDICIONAL A DIOS Y COMPARTIR CON NOSOTROS SU INMENSA SABIDURIA.
    QUE DIOS TODO PODEROS LO BENDIGA Y LO GUARDE EN SU CORAZON, HOY Y CADA DIA DE SU VIDA.
    UN ABRAZO DE TU HERMANA PATRICIA.

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  2. Es casi imposible pensar la vida de Jesus sin la presencia de Maria. Si nos detuvieramos a meditar solo un instante que Jose podria haber abandonado a Maria y a su hijo la historia de la salvacion hubiera sido distinta. Jose es mas que un padre adoptivo, es una mision,un llamado de una altura tan privilegiada como la de la Madre. No nos imaginamos a Jesus sin un Padre. Jose es sin duda la imagen de la paternidad divna, desinteresada, incondicional, tierna,y que nos ama en la situacion que vivimos. Te ruego san Jose nos ayudes a vivir la fe, y el misterio de la redencion, nuestra propia vocacion con esperanza aun sin entender, disponibles y abiertos al amor de Dios. Elena

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  3. Hola padre Luis, permítame reflexionar sibre una murada a San José.
    ¿Por qué siendo San José, el esposo de María en el evangelio aparece poco?.
    San José esposo de María llena de Gracias, obedeció al ángel del Señor y acompañó a María ejerciendo su paternidad en su hijo Jesús. Ahora me doy cuenta que San José es la paternidad misma de Dios en la Tierra. Por eso pidámosle que nos sane de los miedos y de la angustia que muiy lentamente nos van carcomiendo nuestro corazón.
    Qué lindo lo de Juan Pablo II,tener una disponibilidad de voluntad para estar con el Señor ,servirlo y seguirlo con alegría. Aquel que calla, sufre, y obedece como lo hizo san José es digno de Dios. Por eso pido muy especialmente que aumente mi fé, que sea un buen combustible para que mantenga encendodo el motor de mi corazón y así estar siempre atento a las asechanzas del enemigo.
    Gracias Padre Luis, por permitirme expresarmne de ésta manera, hasta yo me sorprendo y estoy muy convencido que san José a traves de Ud nos está llenando de bendiciones.
    Un abrazo y hasta pronto. HUGO

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