sábado, 25 de junio de 2011

Jesús alimento y vida 2011



Al celebrar la Fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor, quiero unirme en acción de gracias -Eucaristía- , unir al Corazón de Jesús en su ofrenda al Padre a alguien muy especial: hoy coincide con esta fiesta el cumpleaños de Elena Velázquez: ¡¡Feliz Cumple!!
Gracias por tu vida: que el Señor selle con su Sangre Preciosa todo tu ser, cuerpo, alma, espíritu.
Que Jesús bendiga y transfigure en su Corazón toda tu historia y memoria, que seas bendita en todo tu ser y hacer, y realice en vos el designio amoroso de su proyecto.
Que seas bendita en tus talentos y capacidades, en tus dones y carismas, que seas bendita al trabajar y descansar, al hablar, al cantar y al callar y escuchar.
Que nunca te falte el sustento, ni el afecto, ni la Gracia, ni la gratitud. Que el Espíritu de Jesús ilumine tu vida, que todas las áreas de tu vida sean benditas.

¡¡FELIZ CUMPLE, ELENA!!

Elena cantando a María de Guadalupe,
en la Basílica, México







En el fondo, la imagen de la Guadalupana









Ef 1,
3 Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
4 y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables en su presencia, por el amor.
5 Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo,
conforme al beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia,
que nos dio en su Hijo muy querido.
7 En él hemos sido redimidos por su sangre
y hemos recibido el perdón de los pecados,
según la riqueza de su gracia,
8 que Dios derramó sobre nosotros,
dándonos toda sabiduría y entendimiento.
9 Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad,
conforme al designio misericordioso
que estableció de antemano en Cristo,
10 para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos:
reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra,
bajo un solo jefe, que es Cristo.
11 En él hemos sido constituidos herederos,
y destinados de antemano –según el previo designio
del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad–
12 a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo,
para alabanza de su gloria.
13 En él, ustedes,
los que escucharon la Palabra de la verdad,
la Buena Noticia de la salvación,
y creyeron en ella,
también han sido marcados con un sello
por el Espíritu Santo prometido.
14 Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia
y prepara la redención del pueblo
que Dios adquirió para sí,
para alabanza de su gloria.

AMEN

26 de junio de 2011 (La liturgia cotidiana, San Pablo)

Domingo 26 - Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. (S). Blanco.

Esta fiesta fue instituida por el Papa Urbano IV en el año 1264 "con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud". En cada uno de los tres ciclos litúrgicos se destaca algún aspecto de este sacramento. Las lecturas de este año tienen como punto de partida la experiencia humana del hambre, y la necesidad del alimento para vivir.

LECTURA

Deut 8, 2-3. 14-16

Lectura del libro del Deuteronomio.

Moisés habló al pueblo diciendo: Acuérdate del largo camino que el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz o no de guardar sus mandamientos. Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. No olvides al Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres.

Palabra de Dios.

Comentario

En el maná estaba Dios. Dios acompaña regalando su alimento. Y aunque el pueblo no sepa qué es en realidad el maná, al recibirlo se encuentra con Dios. Por lo tanto, cuán inútil pueden nuestros esfuerzos por poseer tantos bienes, cuando Dios nos está regalando algo más trascendente.

SALMO

Sal 147, 12-15. 19-20

R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén! O bien: Aleluya.

¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.

Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.

Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.

SEGUNDA LECTURA

1Cor 10, 16-17

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.

Palabra de Dios.

Comentario

Debemos desterrar la idea de que "vamos a Misa", que "cumplimos con el precepto" y que "tenemos que comulgar". Todo eso son vestigios de conceptos individualistas. Habrá que rescatar lo que dice san Pablo: participamos del cuerpo de Cristo. Y esto nos hace comunidad, y por lo tanto genera un espacio de fraternidad. Vivirlo así podría cambiar la vida de muchas personas y comunidades.

EVANGELIO

Jn 6, 51-58

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

Palabra del Señor.

Comentario

"Creer que Jesús es el pan-palabra que da la vida eterna, que en él reside toda la fuerza de resurrección que viene del Padre, era reconocer ya (en el discurso de los versículos 31 a 51 a) su poder de resucitado y admitir, por tanto, en el hoy de la comunidad su acción eficaz" (Annie Jaubert, El Evangelio, segun san Juan CB 17, Ed. Verbo Divino).



PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 24, 1-11

VIERON AL SEÑOR Y COMIERON Y BEBIERON EN SU PRESENCIA

En aquellos días, dijo Dios a Moisés:

«Sube hacia mí con Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, y prosternaos a distancia. Después se acercará Moisés solo, ellos no se acercarán; tampoco el pueblo subirá con ellos.»

Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que le había dicho el Señor, todos sus mandatos, y el pueblo contestó a una:

«Haremos todo lo que dice el Señor.»

Entonces Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas por las doce tribus de Israel. Mandó luego a algunos jóvenes israelitas que ofreciesen holocaustos e inmolasen vacas como sacrificio de comunión para el Señor. Después tomó la mitad de la sangre y la echó en recipientes, y con la otra roció el altar. Tomó en seguida el documento del pacto y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:

«Haremos todo lo que manda el Señor y obedeceremos.»

Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo:

«Ésta es la sangre de la alianza que el Señor hace con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras.»

Subieron Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo cuando está sereno. Dios no extendió la mano contra los notables de Israel, los cuales pudieron contemplar a Dios y después comieron y bebieron.

RESPONSORIO Jn 6, 48. 49. 50. 51. 52

R. Yo soy el pan de vida; vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; * éste es el pan que baja del cielo para que quien lo coma no muera.
V. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente.
R. Éste es el pan que baja del cielo para que quien lo coma no muera.


SEGUNDA LECTURA
De las Obras de santo Tomás de Aquino, presbítero
(Opúsculo 57, En la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)

¡OH BANQUETE PRECIOSO Y ADMIRABLE!

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?

No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando después de celebrar la Pascua con sus discípulos iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.

RESPONSORIO

R. Reconoced en el pan al mismo que pendió en la cruz; reconoced en el cáliz la sangre que brotó de su costado. Tomad, pues, y comed el cuerpo de Cristo; tomad y bebed su sangre. * Sois ya miembros de Cristo.
V. Comed el vínculo que os mantiene unidos, no sea que os disgreguéis; bebed el precio de vuestra redención, no sea que os depreciéis.
R. Sois ya miembros de Cristo.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

domingo, 19 de junio de 2011

Santísima Trinidad


PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-16

EL GRAN MISTERIO DEL DESIGNIO DE DIOS

Cuando vine a vosotros, hermanos, a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia ni sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Sin embargo, hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este siglo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.»

Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu: y el Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales.

El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede entender, pues sólo el Espíritu puede juzgarlas. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarlo. Porque ¿quién conoció el pensamiento del Señor para Instruirle? Pero nosotros poseemos el pensamiento de Cristo.

RESPONSORIO Cf. Ef 1, 17. 18; 1Co 2, 12

R. El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, quiera concedernos el don de sabiduría y de revelación, para que lleguemos al pleno conocimiento de él e, iluminados así los ojos de nuestra mente, * conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.
V. y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios.
R. Para que conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo.


SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san Atanasio, obispo
(Carta 1 a Serapión, 28-30: PG 26, 594-595. 599)

LUZ, RESPLANDOR Y GRACIA EN LA TRINIDAD Y POR LA TRINIDAD

Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.

Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.

San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Porque donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.

Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia de Jesucristo el Señor, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que hechos partícipes del mismo poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la participación de este Espíritu.

RESPONSORIO

R. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. * Ensalcémoslo con himnos por los siglos.
V. Bendito sea el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso por los siglos.
R. Ensalcémoslo con himnos por los siglos.

María Señora de los Ángeles

"Augusta Reina de los Cielos y Maestra de los Ángeles, a ti que has recibido de DIOS el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, pedimos humildemente que envíes legiones celestiales para que, bajo tus órdenes persigan a los demonios, los combatan por doquier, repriman su audacia y los arrojen al abismo. ¿Quién como Dios? Oh, buena y tierna Madre, siempre serás nuestro amor y nuestra esperanza. Oh, Divina Madre, envía a los santos ángeles para que nos defiendan y aleja de nosotros al cruel enemigo. Santos ángeles y arcángeles defiéndannos, guárdennos. "

sábado, 18 de junio de 2011

EL cura todas tus heridas y sana tus dolencias

La mirada de Jesús

El Evangelio nos presenta a Jesús llevando a cabo su misión salvadora. Y en cada encuentro personal que encontramos en el Evangelio se abre para todas las personas y comunidades de todos los tiempos el mismo canal de gracia: la Mirada amorosa de Jesús. El Dios que se ha inclinado sobre el corazón herido para sanarlo. Jesús que "mira" y con su mirada ilumina la realidad herida por el pecado -cuyo signo es el sufrimiento proyectado de manera múltiple-. A este sufrimiento, Jesús le da un marco de salvación, le da sentido. Abre a la esperanza, suscita en cada persona el deseo de dejarse mirar, dejarse encontrar, dejarse amar. En la mirada de Jesús encontramos su mano extendida, su brazo fuerte, su manifiesto deseo -eficaz deseo- de sanar y salvar.
La mirada de Jesús, interpela, perdona, sana, salva. En él se realiza lo que proclama el salmista:

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
él colma tu vida de bienes,
y tu juventud se renueva como el águila.
El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos...
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
Los días del hombre son como la hierba:
él florece como las flores del campo;
las roza el viento, y ya no existen más,
ni el sitio donde estaban las verá otra vez.
Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que lo temen y observan su alianza,
de los que recuerdan sus preceptos y los cumplen.
(Sal 103)

El sabe de qué barro estamos hechos. La luz de su mirada tiene la misión de dar vida allí donde hay sombras de muerte, esperanza donde hay angustia, miedo, dolor, desesperación. Su mirada nos revela al Corazón de Jesús que no es indiferente, sino que se inclina para sanar, respondiendo así a la necesidad, a la súplica, a la indigencia, a la orfandad, a toda situación donde haya sufrimiento cualquiera sea su causa.

Como dice Philippe Madre:
Jesús «no quiere disociar predicación y curación. Cristo desea inclinarse sobre toda suerte de angustia humana, ya sea esta la de una enfermedad física o psíquica, la de un sufrimiento social o familiar, la de una culpabilidad o una desesperación.
El Evangelio (Mt 9,35-38) nos describe una escena asombrosa, esclarecida aún más por Marcos (6,34) o por Lucas (10,2). Multitudes vienen a Jesús, inclinadas por sus cargas, con sufrimientos de diversa índole. Hay un detalle que debemos retener: Los ve en el camino que los lleva a Él. Fija su mirada sobre ellas; Él les está ya presente, como anticipándose al encuentro. Están acercándose a Él, numerosas, y ya les pone atención con el corazón y con el espíritu.
¿Qué sabiduría se nos enseña aquí?
Jesús está atento con el corazón: su compasión se está ejerciendo. Está trastornado hasta lo más íntimo de su alma por el sufrimiento del hombre, sea el que sea. Busca ya, aun antes de escuchar la queja o la súplica, cómo socorrer, cómo ayudar, cómo encontrar una solución adecuada...
Jesús está atento con el espíritu: su sabiduría está en ejercicio, por lo que el hombre llama (hoy en día) el discernimiento profético. Los diferentes sufrimientos que Él contempla con dolor están ligados con la ignorancia o la ceguera espiritual. Todas estas personas tienen algún mal, ya en su cuerpo, ya en su alma, ya en su misma vida. Están encerradas en su sufrimiento porque ignoran una verdad (una realidad) para su existencia: su Dios es un Dios de amor y de ternura, lento a la cólera y lleno de bondad.
Estas personas, seguramente, como judíos que son, han oído hablar de Dios, pero el yugo que algunos jefes religiosos les hacen llevar, desnaturaliza o falsifica la imagen o representación que tienen de Él. La carga puede ser, quizás, la de la ocupación romana, o, peor aún, la del autoritarismo de ciertos fariseos; sea lo que sea, para la inmensa mayoría de estas multitudes, Dios no es conocido tal como es Él, y las prácticas religiosas a las cuales ellos están obligados no constituyen en manera alguna una vía de felicidad y de curación. Necesitan una revelación del Dios verdadero, del Dios-Padre. Cristo ha venido para esto.»[1]

Podríamos decir que Jesús consideró esencial sanar el corazón -¡y el cuerpo!- para manifestar de manera evidente su incondicional amor por el hombre, su voluntad de salvarlo, su deseo de restablecerlo en su más honda dignidad: reconciliarlo con el Padre, consigo mismo y su entorno vital. Y esa transformación espiritual ofrecida por el Corazón de Jesús, se encarna verdaderamente porque vino a salvar a todo el hombre y a todos los hombres.

Ni la sanación termina en el cuerpo, ni la salvación se refiere únicamente al alma... ni siquiera tan sólo al individuo…

Jesús sanó -¡y continúa sanando hoy!- porque es el Salvador, y porque la enfermedad y el sufrimiento se convierten en el lugar privilegiado en el que se manifiesta el poder de su amor y su misericordia. Ésta es la razón por la cual, en el Evangelio como en la Iglesia de hoy, curación y salvación están íntimamente ligadas, aun cuando la ceguera del corazón humano tiene la tendencia a disociar las dos experiencias, exaltando una y relativizando la otra.



[1] Madre, Philippe (2007): Curación y exorcismo: ¿cómo discernir?, San Pablo, Bogotá, pp 21-22

domingo, 12 de junio de 2011

Veni Creator Spiritus Notre-Dame de Paris

VEN ESPÍRITU SANTO


Veni, Creator Spiritus, Ven, Espíritu Creador,
mentes tuorum visita, visita las almas de tus fieles,
imple superna gratia llena de gracia celestial
quae tu creasti pectora. los pechos que tu creaste.


Qui diceris Paraclitus, Te llaman Paráclito,
altissimi donum Dei, don de Dios altísimo,
fons vivus, ignis, caritas, fuente viva, fuego, amor
et spiritalis unctio. y unción espiritual.


Tu, septiformis munere, Tú, don septenario,
digitus paternae dexterae, dedo de la diestra del Padre,
Tu rite promissum Patris, por El prometido a los hombres
sermone ditans guttura. con palabras solemnes.


Accende lumen sensibus: Enciende luz a los sentidos,
infunde amorem cordibus: infunde amor en los corazones,
infirma nostri corporis y las debilidades de nuestro cuerpo
virtute firmans perpeti. conviértelas en firme fortaleza.


Hostem repellas longius, Repele largo al enemigo
pacemque dones protinus: y danos incesantemente la paz,
ductore sic te praevio para que con tu guía
vitemus omne noxium. evitemos todo mal.


Per te sciamus da Patrem, Danos a conocer al Padre,
noscamus atque Filium; danos a conocer al Hijo
Te utrisque Spiritum y a Ti, Espíritu de ambos,
credamus omni tempore. creamos todo el tiempo.


Deo Patri sit gloria, Que la gloria sea para Dios Padre,
et Filio, qui a mortuis y para el Hijo, de entre los muertos
surrexit, ac Paraclito, resucitado, y para el Paráclito,
in saeculorum saecula. por los siglos de los siglos.
Amen. Amén.


PRIMERA LECTURA

Hech 2, 1-11

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios".

Palabra de Dios.

SALMO

Sal 103, 1. 24. 29-31. 34

R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra. O bien: Aleluya.

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡La tierra está llena de tus criaturas! R.

Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. R.

¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor por sus obras! Que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

1Cor 12, 3-7. 12-13

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: Nadie puede decir: "Jesús es el Señor", si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo, judíos y griegos, esclavos y hombres libres, y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

Palabra de Dios.


Secuencia del Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.

Ven Padre de los pobres,
ven a darnos tus dones,
ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad,
dulce huésped del alma,
suave alivio para el hombre.

Eres descanso en el trabajo,
templanza en las pasiones,
alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz
en lo más íntimo
del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina
no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas,
riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.

Suaviza nuestra dureza,
enciende nuestra frialdad,
corrige nuestros desvíos.

Concede a tus fieles,
que confían en tí,
tus siete sagrados dones.

Premia nuestro esfuerzo,
salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.
Amén. Aleluia.

EVANGELIO

Jn 20, 19-23

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".

Palabra del Señor.


Oración para pedir los dones del Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo y concédenos el don de la SABIDURÍA,
que dándonos a conocer la verdadera dicha,
nos haga gustar los bienes espirituales.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén

Ven Espíritu Santo y concédenos el don del ENTENDIMIENTO,
para que más fácilmente penetremos los misterios de nuestra fe.

Gloria al Padre...

Ven Espíritu Santo y concédenos el don del CONSEJO,
que nos haga elegir en todo momento lo que contribuya más
a la gloria de Dios.

Gloria al Padre...

Ven Espíritu Santo y concédenos el don de la FORTALEZA,
que haciéndonos superar todos los obstáculos que se nos presentan,
nos una íntimamente a Dios.

Gloria al Padre...

Ven Espíritu Santo y concédenos el don de la CIENCIA,
que nos permita conocer profundamente a Dios y a nosotros mismos.

Gloria al Padre...

Ven Espíritu Santo y concédenos el don de la PIEDAD,
que nos conduzca a cumplir con facilidad todo lo que sea
del servicio de Dios.

Gloria al Padre...

Ven Espíritu Santo y concédenos el don del TEMOR DE DIOS,
que nos haga evitar con el mayor cuidado todo lo que puede desagradar
a nuestro Padre celestial.

Gloria al Padre...


Ant.
Hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya.


Los sacramentales

Los sacramentales

Debido a las preguntas y muchos comentarios que recibo acerca de los sacramentales, copio nuevamente lo que fue escrito ya el año pasado.
Que el Espíritu Santo nos guíe a todos en esta nueva Pentecostés.
Bendiciones. P. Luis

Hace unos días, recibí el siguiente comentario:
Hola p. Luis, Me gustaria que escribiera sobre los sacramentales (sal, aceite agua). es lo mismo que esten bendecidos que exorcisados? quiene pueden exorcisarlos, cualquier sacerdote? desde ya muchas gracias por sus enseñanzas.
Que Dios lo Bendiga. LAURA ALEJANDRA A.

Aprovecho para saludar a Laura y tratar de contestar su pregunta.

Veamos en el Catecismo de la Iglesia Católica:

1667 "La Santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida" (SC 60; CIC can 1166; CCEO can 867).

Características de los sacramentales

1668 Han sido instituidos por la Iglesia en orden a la santificación de ciertos ministerios eclesiales, de ciertos estados de vida, de circunstancias muy variadas de la vida cristiana, así como del uso de cosas útiles al hombre. Según las decisiones pastorales de los obispos, pueden también responder a las necesidades, a la cultura, y a la historia propias del pueblo cristiano de una región o de una época. Comprenden siempre una oración, con frecuencia acompañada de un signo determinado, como la imposición de la mano, la señal de la cruz, la aspersión con agua bendita (que recuerda el Bautismo).

1669 Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es llamado a ser una "bendición" (cf Gn 12,2) y a bendecir (cf Lc 6,28; Rm 12,14; 1 P 3,9). Por eso los laicos pueden presidir ciertas bendiciones (cf SC 79; CIC can 1168); la presidencia de una bendición se reserva al ministerio ordenado (obispos, presbíteros o diáconos, [cf. Bendicional, Prenotandos generales, 16 y 18]), en la medida en que dicha bendición afecte más a la vida eclesial y sacramental.

1670 Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella. "La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida [...] sean santificados por la gracia divina que emana del misterio Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios" (SC 61).


Diversas formas de sacramentales

1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre "con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.

Entonces, debemos tener en cuenta dos cosas:
1) Los sacramentos confieren la Gracia (perdonan los pecados, nos incorporan a la Iglesia dándonos la Gracia santificante, etc.); los sacramentales, nos invitan a acercarnos y vivir los sacramentos, pero no reemplazan a los sacramentos. No debemos separarlos nunca en nuestra vida de fe, sino más bien hacer de ellos una práctica cotidiana en la vida de todos los días.

2) Cuando se celebra un sacramental, participa toda la oración de la Iglesia
, no sólo las personas presentes, por eso tiene una fuerza espiritual muy distinta de una oración privada. La intercesión de todos los santos, los ángeles, y de toda la Iglesia orante en el cielo y en la tierra son aplicados en esa celebración, así sea una bendición muy sencilla.

Sigue diciendo el Catecismo:

1673
Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf Mc 1,25-26; etc.), de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne llamado «el gran exorcismo» sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante, asegurarse , antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de un presencia del Maligno y no de una enfermedad (cf. CIC can. 1172).

El rito del exorcismo también es un sacramental. En este sentido, la recepción de un sacramento, por ejemplo la confesión o la participación en misa y la recepción de la Eucaristía, al conferir la Gracia de Dios, a nivel espiritual es infinitamente superior a la recepción de un exorcismo por parte de un poseso (que de hecho puede estar en gracia de Dios y a la vez sufrir una verdadera posesión). Sin embargo, a nivel sensible, es evidente el sufrimiento y las graves dificultades que tendrá en la vida dicha persona afectada, que necesitará una oración específica.


El Exorcismo es un rito litúrgico que está en el ámbito de los sacramentales, esto es, una oración pública en la que interviene toda la fuerza de la Iglesia en comunión orante que suplica a Cristo y le ordena al maligno para que éste se aleje y cese su acción nefasta. El ministro ordinario del rito del exorcismo es el Obispo o algún sacerdote a quien él delegue dicha celebración.

El Obispo es el responsable delante de Dios y la Iglesia, al serle encomendada la tarea de realizar él mismo el exorcismo, delegarlo o prohibirlo, nombrar un exorcista en su Diócesis o no. Toda Diócesis debería tener al menos un exorcista preparado y además un equipo adecuado a tal efecto. Pero la realidad lamentablemente indica otra cosa...

En el marco de la lucha contra el maligno, dentro del rito del exorcismo o también como un sacramental específico fuera del rito del exorcismo a las personas, encontramos el exorcismo y la Bendición de la sal, del agua y del aceite.

Cada bendición contiene su oración específica y en ella se expresa lo que se desea. Por ej. si queremos bendecir un niño o un anciano, la mesa para comer, un auto, un negocio, etc. la oración que se realiza será distinta en cada caso según lo que se desea.
Por este motivo existen en este sentido las oraciones IMPERATIVAS: en las que se le da una orden (no se le pide, se le ordena) al Maligno para que abandone a la persona, cosa o lugar; y las oraciones DEPRECATIVAS: en las que se le suplica a Dios, por intercesión de María, los santos, etc, que derrame su bendición, que atienda a nuestras necesidades, que en este caso concreto libre a la persona de las ataduras del Maligno.

La mayoría de las bendiciones son realizadas con el signo del agua bendita. Cuando la intención de usar estos sacramentales del agua, aceite y sal es la de interceder para que el Señor nos libre del enemigo, entonces se usan los dos tipos de oraciones: las imperativas y las deprecativas, aplicadas al agua, la sal y el aceite, obviamente, pero cuyo fin primordial es la liberación de las personas o de las cosas o lugares afectados que ejercen influencias diabólicas en las personas.
Claro que el agua bendita también es eficaz en todo tipo de oración, siempre que la fe acompañe, como así también las verdaderas disposiciones de los fieles.

Para exorcizar y bendecir el agua, aceite y sal, se necesita un ministro ordenado, y además deben observarse los ritos y fórmulas aprobadas, así al menos lo manifiesta el antiguo ritual y el actual derecho canónico.
También tenemos la bendición que encontramos en el Misal Romano con el que todos los sacerdotes celebran las misas en todas nuestras parroquias. Quizá alguno hasta no lo sepa, pero, Laura, cuando quieras pedirle a un sacerdote agua y sal exorcizada y bendita, y él te conteste que no sabe cómo hacer y no tiene ninguna oración para hacerla, decile que se fije en el Misal con el que celebra la Santa Misa, que busque hacia el final del mismo, en donde está la bendición de la sal y el agua, para el rito penitencial. De paso le estarás enseñando algo. Cualquier sacerdote puede realizar este rito de bendecir el agua y la sal, que incluso se indica en algunos momentos, como por ej. este Domingo de Ramos, dentro de la Misa misma, en el rito penitencial.

No es necesario que un sacerdote sea exorcista para exorcizar y bendecir agua, aceite y sal, pero sí es necesario que sea ministro ordenado.
El sentido de estar exorcizados cada elemento antes de ser bendecidos le agrega el efecto de su eficacia en la lucha contra el maligno, y cada elemento tiene un fin específico.
El
Agua bendita nos recuerda el bautismo y se usa, como dije, en casi todos los ritos de bendición. Dice don Gabriel Amorth, ex exorcista del Vaticano que la oración de exorcismo sobre el agua agrega en ella muchos efectos, el principal es hacer perder al Demonio todo poder y hacerlo huir, como así también luchar contra las enfermedades y otras influencias que éste ejerce en las personas directamente o indirectamente a través de cosas o lugares afectados.
El
aceite se utiliza en el área de la salud física y mental, alma y cuerpo para librarlo de las adversidades. Recuerda el uso antiguo de ungir con el aceite las heridas y el poder que Jesús dio a los Apóstoles de curar a los enfermos con la imposición de las manos y ungiéndolos con el aceite. Nos prepara para el sacramento de la Confesión y la Unción de los enfermos.
La
sal exorcizada protege los lugares de presencias malignas.

Aunque algunos puedan burlarse, o cause risa a los incrédulos o teóricos, estos elementos, si son "potables", tranquilamente pueden consumirse. Y no sólo pueden, sino que verdaderamente son un arma eficaz en la lucha contra el Enemigo, aun para aquellos que no creen. Si lo usamos con verdadera fe, podemos cocinar con estos elementos bendecidos, si sospechamos que algo nos afecta, ya que siempre el maligno ataca a la cabeza y al estómago, a los afectos (generando tristeza, angustia, depresión...), a la relación con los demás (aislamiento, ira, peleas, aun cuando todos se quieran), porque el fin último que desea es la muerte (intenta llevar al suicidio) de las personas.
Con esto no estoy diciendo que toda tristeza o angustia, ira o depresión, etc. provenga del Maligno, de ninguna manera. El signo de que hay una influencia de este tipo es la mejoría que la persona va a ir sintiendo si comienza a orar y pedir con fe al Señor que lo libere, usando los sacramentales, perdonando, renunciando al curanderismo, volviendo a la Iglesia, a los sacramentos, a la Palabra de Dios, etc.
Espero haber contestado tu pregunta. Feliz Semana Santa.
P. Luis

A continuación, las oraciones para bendecir sal, agua, y aceite. Podremos comparar las últimas fórmulas con las del anterior ritual. Veremos que en el ritual antiguo están las oraciones Imperativas (exorcismos) y luego las Deprecativas (Bendiciones), no así en el nuevo, en el que sólo se conservaron las Deprecativas.


Rito para bendecir el agua y la sal en el actual Ritual de los exorcismos

Bendición del agua

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén


Dios, Padre omnipotente,
que quiere que todos los hombres se salven, esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.


Dios, que para la salvación del género humano,

hiciste brotar de las aguas

el sacramento de la nueva vida,
e
scucha, con bondad, nuestra oración

e infunde el poder de tu bendición +
sobre esta agua,

para que sirviendo a tus misterios,
como criatura tuya,

asuma el efecto de la divina gracia

que espante los demonios y expulse las dolencias

y así, al ser rociados,

tus fieles sean liberados de todo daño;

que en el sitio que será aspergido con esta agua,

no resida el espíritu del mal

y se alejen todas las insidias del oculto enemigo;

haz que tus fieles,

manteniéndose firmes
por la invocación de tu santo Nombre,

sean libres de todas las asechanzas.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén


O bien
, esta otra oración:

Dios todopoderoso,

fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo,

bendice + esta agua,
que vamos a usar con fe

para implorar el perdón de nuestros pecados

y alcanzar la ayuda de tu gracia

contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.

Concédenos, Señor, por tu misericordia,

que las aguas vivas siempre broten salvadoras,

para que podamos acercarnos a ti
con el corazón limpio

y evitemos todo peligro de alma y cuerpo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén



Bendición de la sal


Te suplicamos, Dios todopoderoso,

que bendigas + en tu bondad esta sal, creada por ti.
Tú mandaste al profeta Eliseo

arrojarla en el agua estéril para hacerla fecunda.

Concédenos, Señor,
que al recibir la aspersión
de esta agua mezclada con sal

nos veamos libres de los ataques del enemigo,

y la presencia del Espíritu Santo nos proteja siempre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


(Mezcla el sacerdote la sal con el agua, sin decir nada, para luego asperger con el agua bendita a los presentes y al lugar, diciendo...)


Esta es el agua que Dios ha bendecido.

Que ella sea para nosotros
fuente de salvación y de vida.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R. Amén


___________________________________

Ritual de la Bendición del agua, sal y aceite (Ritual Romano antiguo, Tít IX, C. II)


El sacerdote, con estola morada, pronuncia la siguiente invocación:


V/. Nuestro auxilio es el Nombre del Señor.

R/. Que hizo el cielo y la tierra.


Exorcismo y Bendición de la sal

Te exorcizo, creatura de la sal, por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, por Dios que ordenó, por medio del profeta Eliseo, que fueses puesta en el agua para sanar su esterilidad; para que te conviertas como sal exorcizada en salud para los creyentes, para que seas salud de alma y cuerpo para todos aquellos que te consuman; para que huya y se aparte del lugar donde seas puesta, toda maldad, toda acción del demonio, todo espíritu inmundo, conjurado por este Señor que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y el siglo por medio del fuego. Amén.


Oremos

Imploramos humildemente tu inmensa clemencia, omnipotente y eterno Dios, para que te dignes con tu piedad bendecir + y santificar + esta creatura de la sal que Tú creaste para uso del género humano: a fin de que se convierta en salud de alma y cuerpo para todos los que la consuman; y para que todo aquello que sea tocado por esta sal carezca de toda inmundicia y de toda impregnación del espíritu del mal. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén


Exorcismo y Bendición del agua

Te exorcizo, creatura del agua, en el nombre de Dios + Padre omnipotente, en el nombre de Jesucristo + su Hijo, nuestro Señor, y con el poder del Espíritu + Santo: para que seas agua exorcizada para ahuyentar toda fuerza del Enemigo y para que puedas erradicar y arrancar al mismo Enemigo con sus ángeles apóstatas, por virtud del mismo Jesucristo nuestro Señor que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y este siglo por el fuego. Amén.


Oremos

Oh Dios, sé propicio a nuestras súplicas e infunde la fuerza de tu bendición + a esta agua que hemos preparado con estas purificaciones, para que esta tu creatura sirva para alejar a los demonios, sanar las enfermedades; para que al ser derramada sobre las casas y los hogares de los fieles, éstos queden libres de toda inmundicia y de todo mal; que no resida allí un espíritu pestilente, se alejen todas las insidias del Enemigo y, si hay algo que perjudique a los que habiten en ella o a su tranquilidad, por la aspersión de esta agua huyan, para que la salud que te pedimos por invocación de tu Nombre quede defendida de toda impugnación del Maligno, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


El sacerdote coloca tres veces sal en el agua a manera de cruz diciendo:


Que esta mezcla de la sal y del agua se realice en el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


V/. El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu espíritu.


Oremos

Oh Dios, autor de todo poder y rey insuperable de todo dominio y siempre triunfador magnífico, que reprimes las fuerzas del dominio del mal, que superas la sevicia del Enemigo, que poderosamente vences a las huestes enemigas: a ti, humildes, te pedimos, Señor, que mires con bondad estas creaturas de sal y agua y las santifiques con tu bondad, para que doquiera que sean regadas, por la invocación de tu santo Nombre desaparezca toda infestación del espíritu inmundo, sea alejado el terror de la serpiente infernal, y, mediante la presencia del Espíritu Santo, nos concedas benigno tu misericordia ya que humildemente te la suplicamos.

Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén


Exorcismo y Bendición del aceite

V/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

R/. Que hizo el cielo y la Tierra

Exorcismo

Te exorcizo, creatura de aceite, por Dios Padre omnipotente, que hizo el cielo y la Tierra, el mar y todo lo que allí existe. Que se aleje de este aceite toda fuerza del Adversario, toda acción diabólica y toda incursión de Satanás, a fin de que dé a los que lo usen salud mental y corporal, en el nombre de Dios + Padre omnipotente, de Jesucristo + su Hijo y Señor nuestro y del Espíritu + Santo Paráclito y en el amor del mismo Señor Jesucristo que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Amén.

V/. ¡Señor! Escucha nuestra oración

R/. Y llegue a ti nuestro clamor

V/. El Señor esté con vosotros

R/. Y con tu espíritu.

Oremos

Bendición

Señor Dios omnipotente, delante de quien está con temor el ejército de los ángeles, cuyo servicio espiritual conocemos, dígnate mirar, bendecir + y santificar + este aceite con el cual mandaste ungir a los enfermos, a fin de que, una vez obtenida la salud, te diesen gracias a ti, Dios vivo y verdadero. Te rogamos que cuantos usen este aceite que bendecimos + en tu nombre queden libres de toda enfermedad, de todo dolor y todas las insidias del Enemigo, y asimismo se libren de toda adversidad y nunca sean heridos por la mordedura de la antigua serpiente, ya que los has redimido con la Sangre de tu Hijo. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.

(Se hace la aspersión con agua bendita)

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Cuando sea necesario liberarnos de una maldición intergeneracional, o actual, y pedir la bendición del Señor, se puede recurrir a un sacerdote para que con mucha fe, invocando al Señor, haga la siguiente oración


Oración para anular una maldición (para ser dicha solo por sacerdotes)

Señor Jesucristo, creo que tú eres el Hijo de Dios y el único camino a Dios, que moriste en la Cruz por mis pecados y por mí fuiste resucitado de entre los muertos.

Con fundamento en lo que hiciste por mí, y por mi hermano/a por quien te suplico apoyado en el poder de mi sacerdocio:

Creo que las reivindicaciones de Satanás contra nosotros están canceladas en tu Cruz. Y así, Señor Jesús, yo me someto a ti y me comprometo a servirte y a obedecerte, y basado en esto tomo posición contra cualquier fuerza maligna de las tinieblas que, de alguna forma, haya entrado en la vida de este/a hermano/a nuestro/a, sea por sus propios actos, sea por actos de su familia o de sus antepasados, o de alguna otra cosa que desconozcamos. Donde quiera que haya sombra en la vida, cualesquiera fuerzas malignas, yo las destruyo ahora, Señor.

No permito que NN esté sometido/a a esta maldición por más tiempo y en el Nombre poderoso de Jesús, el Hijo de Dios y la autoridad de mi Sacerdocio Sacramental, destruyo todas las fuerzas del mal que lo/a atormentan, y lo/a libero totalmente de toda maldición.

Invoco al Espíritu Santo de Dios para que invada a mi hermano/a NN y realice su liberación del mal, entera y realmente, como sólo el Espíritu de Dios lo puede hacer. En Nombre de Jesucristo, amén.