Totus tuus ego sum,
et omnia mea tua sunt.
Accipio Te in mea omnia,
praebe mihi cor tuum.
Todos saben que el lema que Juan Pablo II escogió antes de su ordenación episcopal es Totus tuus. El futuro Papa tomó estas palabras de la oración de un gran santo mariano, Luis María Grignon de Montfort. Pues bien, el Papa no sólo rezaba cada día aquella oración, sino que escribía un pasaje de ella sobre cada página de los textos autógrafos de sus homilías, de sus discursos, de sus encíclicas, en la parte superior derecha de la hoja. En la primera página ponía el inicio de la oración: Totus tuus ego sum, “Yo soy todo tuyo”; en la segunda, Et omnia mea tua sunt, “Y todas mis cosas son tuyas”; en la tercera, Accipio Te in mea omnia, “Te acojo en todas mis cosas”; en la cuarta, Praebe mihi cor tuum, “Dame tu corazón”. Y así proseguía en cada página, repitiendo, si era necesario, cada invocación, hasta el fin del texto. En los archivos de la Secretaría de Estado se encuentran miles de estas páginas, donde Juan Pablo II manifestó de modo tan íntimo y conmovedor su amor a la Virgen.
Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros.
Oh, Jesús mío,
perdona nuestros pecados y nuestras culpas,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia.
Amén.
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